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El Índice de Competitividad por Ciudades refleja un deterioro de varios indicadores sociales regionales en la pandemia, datos clave para reforzar las políticas públicas
Lo que no se mide no progresa, reza el adagio popular y eso es lo que tienen que hacer las economías regionales para avanzar en su competitividad y convertirse en verdaderos focos de inversión y desarrollo. Colombia, a diferencia de casi todas las naciones de América Latina, es un país de regiones que le aportan casi por igual al Producto Interno Bruto.
La sumatoria de productos y servicios de Bogotá y la economía de su gran área metropolitana, es poco más de una tercera parte del PIB nacional, mientras que epicentros, agrarios, agroindustriales o manufactureros, sumados, como Cali, Medellín, Bucaramanga o Barranquilla, superan esa tercera parte de la gran capital. Colombia, para poder avanzar en su progreso, debe focalizarse en el crecimiento de todas sus áreas metropolitanas y distritos especiales, pero para lograrlo, los mandatarios locales y regionales deben asumir ser competitivos.
El Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario dieron a conocer el Índice de Competitividad por Ciudades de 2021, que analiza el estado de las 32 capitales del país durante la pandemia, la cual deterioró varios de los indicadores sociales de los territorios.
El año pasado, tiempo más fuerte del coronavirus, se redujo casi 50% los puntajes de competitividad de las ciudades, en lo que tiene que ver con pilares como Instituciones, Infraestructura, Adopción TIC, y Salud y Educación. Una realidad que se experimentó en todo el mundo y que puede usarse como “base cero” para volver a comenzar a trabajar en reforzar la competitividad.
Hubo varias ciudades que mejoraron su índice, incluso algunas mejoraron con políticas públicas quirúrgicas, detalladas focalizadas en sectores críticos que las llevaron a mejorar, como es el caso de Ibagué y Sincelejo. Con un puntaje de 7,79 sobre 10, Bogotá lidera el índice en general, seguido por Medellín (7,11) y Tunja (6,49). Las capitales de Tolima y de Sucre fueron las que más mejoraron en competitividad avanzando dos casillas al puesto 11 y 20, respectivamente.
El Distrito Capital tiene el puntaje más alto en el indicador de autonomía fiscal y el segundo en capacidad local de recaudo y ahorro. “Sin esta capacidad fiscal, la ciudad no tendría calles sin huecos, el alumbrado público que mejora la seguridad ciudadana, bienestar, entre otros aspectos, por lo tanto, son notables los avances en este sentido”, dijo Alejandro Cheyne García, rector de la Universidad del Rosario. Bogotá es una gran ciudad que lidera la adopción de las TIC, que se destaca con su programa de la última milla de hogares conectados, así como en el aumento de velocidad de promedio de conexión a internet y la ampliación en cobertura en los centros digitales rurales.
Mucho de los avances en competitividad tienen que ver con los alcaldes que ven en los pilares fundamentales herramientas para reforzar y poder medir. Sería un gran error que los mandatarios locales y regionales no redoblen sus esfuerzos en políticas públicas para mejorar la competitividad de sus áreas metropolitanas o cabeceras urbanas y eso se logra avanzando en su capacidad de recaudo, por la simple razón de que quien paga impuestos, vela para que estos se inviertan en el progreso del lugar en donde trabajan o viven.
Hay una correlación directa entre la competitividad de las ciudades que tienen buenos recaudos y las que no, por supuesto, las que cobran bien lideran el ranking y son foco de inversiones y generación de empleo.
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