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No hay que ponerle más palos en la rueda a una enajenación necesaria, por el bien del Estado y de la misma empresa
Colombia se enfrenta al mayor desafío de infraestructura de su historia, el problema es que no hay dinero para las obras públicas, pues las arcas del Estado están raspadas por todas las necesidades sociales que emergen de ser un país en vías de desarrollo. Por esto es necesario salir de activos innecesarios como es la empresa generadora de energía Isagen, una compañía que no ocupa los primeros lugares en el mercado y que necesita de grandes inversiones para verdaderamente ser un jugador de peso en el mercado regional energético. Isagen es una compañía eficiente que se sostiene en un mundo de gigantes, adelanta grandes proyectos en el país, mueve la Bolsa de Valores con una acción de media bursatilidad, pero necesita de un socio con músculo financiero para poder pasar a otro nivel.
La pregunta simplista pero elocuente es: ¿qué preferimos mala infraestructura o mantener una empresa que pierde valor? Solo las concesiones de cuarta generación cuestan unos $50 billones se ejecutarán más rápido y con sus 40 megaproyectos, dejarán al país más competitivo. La venta de Isagen en $5,5 billones serán utilizados para este gran megaobjetivo que nos beneficia a todos, capitalizando con este dinero al fondo de infraestructura de la Financiera de Desarrollo Nacional. Desde que se habló por primera vez de la venta, Isagen han adelantado grandes proyectos, como la puesta en marcha de Hidrosogamoso, que añadió 37% más de capacidad de generación al país; esa movida empresarial debe tener algún valor adicional para que suba su valor a unos $6 billones.
Si bien Isagen es una compañía mixta eficiente (es la cuarta en el mercado) solo le ha entregado al Presupuesto Nacional, durante el último lustro, $700.000 millones. Hay que esperar si con la entrada en funcionamiento de Hidrosogamoso, la empresa rentabilice su capacidad instalada de 3.032 megavatios; y sus ingresos operacionales suban de los $2,3 billones. La utilidad neta, de semejante andamiaje, es de $436.000 millones. El Presupuesto Nacional, que se necesita para obras más sociales, no puede respaldar planes de expansión de la compañía pública que superan los $4 billones.
Hay muchas ideas sueltas de técnicos y abogados sobre qué debe hacer el Estado en lugar de vender Isagen, pero si se repasa la historia nos damos cuenta que es la mejor decisión salir de Isagen, que mantener este tipo de activos en manos de gobiernos que no los ven como estratégicos. No se trata de plantear qué es más valioso para el futuro, si la energía o las infraestructura: se trata de tomar decisiones que beneficien a más colombianos y le brinden mayor competitividad a los empresarios exportadores y mejor calidad de vida para todos.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados