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Mientras la Cepal cree que la situación global llevará a que la pobreza en Colombia aumente, la OCDE y el Banco Mundial lo ven distinto y observan un mayor crecimiento económico
Todo lo que dicen y proyectan los organismos internacionales sobre el desempeño de la economía colombiana debe ser desmenuzado y explicarse. Es el caso del reciente informe de la Cepal que plantea que la guerra entre Rusia y Ucrania aumentará los niveles de pobreza e inflación en América Latina este año: “la incidencia de la pobreza regional alcanzaría 33% en su escenario base, lo que equivale a 0,9 puntos porcentuales más que el valor proyectado para 2021, de 32,1% (...) La pobreza en la región llegaría a 33,7% este año, es decir, 1,6 puntos porcentuales más que en 2021 (...) Dicha tasa de pobreza para Colombia fue de 36,3% en 2021 y proyecta que subirá a 39,2% en 2022 en un ambiente de más inflación, lo que representa un incremento de 2,9 puntos porcentuales frente al año pasado”.
Aplicaría el comentario popular que “un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; un optimista ve la oportunidad en cada dificultad”, pues desde la otra orilla, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Ocde, mejoró 0,6 puntos porcentuales a 6,1% su proyección de crecimiento del Producto Interno Bruto de Colombia en 2022, en comparación con un 5,5% pronosticado en diciembre del año pasado. A los ojos del club de las buenas prácticas, la proyección del PIB para 2022 tendrá un repunte de 3,5% a 5,5%, fruto del consumo privado que se ha convertido en el principal motor de la recuperación de la crisis por la pandemia, que ha impulsado el empleo gradualmente. Dice el organismo que “los sólidos precios de las materias primas han mejorado los términos de intercambio y respaldan los resultados fiscales, en un contexto de aumento de la demanda externa”.
Claramente dos maneras contrapuestas de ver la situación del país; mientras la Cepal es pesimista sobre la evolución de la pobreza, la Ocde ve en la actual dinámica mayor crecimiento, que por ende se reflejará en la disminución de la pobreza derivada de la pandemia. Lo mismo ve el Banco Mundial, que revisó al alza el crecimiento de la economía colombiana, y si ambas entidades lo afirman, pues no hay tarea distinta de esperar que así ocurra y obliga al gobierno entrante a tomar decisiones estructurales para continuar con esa racha que disminuya la pobreza que alcanza a unos 21 millones de colombianos, siete de los cuales experimentan pobreza absoluta. Es una realidad que el crecimiento económico sí reduce la pobreza en un país, lo que se convierte en todo un reto para Colombia en donde la desigualdad es mayor y dicha reducción es un poco más lenta, la elasticidad crecimiento versus pobreza es mayor en lugares con mayor igualdad que en países con desigualdad creciente.
Un PIB sostenido al alza de promedio 5% generaría más empleo formal, más impuestos y regalías para las regiones, ello bajaría la pobreza; una situación que se ha experimentado en los dos últimos años y debe mantenerse de esta manera en los años próximos de grandes retos en materia de desarrollo general. No se pueden afectar los programas públicos y privados que propenden por el progreso técnico, la inversión, acumulación de capital humano, la apertura a los mercados y la garantía de la seguridad jurídica para que el sector productivo pueda planear a largo plazo en condiciones adecuadas. No hay que mirar las cosas con pesimismo, el crecimiento del PIB, claramente bajará la pobreza a buen ritmo los años venideros.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados