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Existe la posibilidad de que los senadores más votados puedan estar por fuera en la próxima legislatura, un motivo más para encender las alarmas
No pasaron más de cinco días desde que se posesionó el nuevo Congreso de la República para el periodo 2018-2022 y los escándalos volvieron a tomarse con fuerza la agenda el poder legislativo. El primer hecho -penoso por cierto- fue que el senador, Antanas Mockus del Partido Verde, acudiera a su forma particular y tradicional de llamar la atención y se bajara los pantalones, un acto de claro irrespeto a sus colegas y por supuesto a una institución como es la Plenaria del Senado. Vale la pena reafirmar que ir al Congreso es un verdadero privilegio que cotiza a la baja y que los otrora llamados “padres de la Patria” no deben ser inferiores al reto de dar ejemplo, sorprender o llamar la atención por la oportunidad de sus debates, sus iniciativas o sus ideas pedagógicas de transformación nacional. Si lo pantalones se los hubiera bajado otro senador de otro partido o una senadora hubiese hecho lo propio, rayos y centellas les habrían caído de todas partes, incluso ya hubiesen sido sancionados. Sumado a ello, Mockus tiene pendiente la definición de su inhabilidad que puede dejarlo por fuera de un Congreso al que llegó con más de medio millón de votos y que lo erigía como uno de los líderes de la oposición.
El segundo hecho, cinco días después de la posesión de los congresistas, fue la intempestiva renuncia a la curul por el Centro Democrático del expresidente y senador, Álvaro Uribe Vélez, quien anunció alejarse de la corporación para poder defenderse de las acusaciones ante la Corte Suprema y que pasarán seguramente a la justicia ordinaria en la Fiscalía. Este último hecho es histórico por donde se mire, no solo porque se trata de un ex presidente de la República, sino porque fue el senador con mayor votación, algo más 870.000 votos; además es el verdadero artífice del triunfo del Presidente Electo. Si se hacen efectivos los retiros voluntarios y obligados de Mockus y Uribe, el Senado tiene la responsabilidad de brillar con luz propia, alejado de las luminarias que representan dos de los políticos más exitosos de la historia reciente. De darse esta eventualidad, de que queden por fuera del Congreso, los dos partidos están obligados a reordenar sus cuadros y su papel al interior de la corporación. No es lo mismo unos verdes sin Mockus, como un Centro Democrático sin Uribe. Desde luego, la pelota está en manos del Congreso que ojalá se blinde de más sucesos inesperados que sigan socavando su credibilidad, que se preveía mejorar con la llegada de personajes de la talla de un expresidente y de un exalcalde Mayor. Con sus eventuales retiros pierde mucho el Senado y es menester rehacer los liderazgos de esos partidos.
Ahora bien, lo dicho por el presidente electo, Iván Duque, frente a la situación del expresidente Uribe, debe ser un imperativo para la justicia: “conocemos al expresidente. Somos testigos de su honorabilidad, su rectitud, su patriotismo y su incuestionable servicio al país y al Estado de derecho. Somos respetuosos de la Constitución y sus instituciones. El expresidente y todos los colombianos deben contar con las garantías para ejercer plenamente su derecho a la defensa, gozando de su presunción de inocencia, en el marco del debido proceso”. Y más que un “ojalá”, este hecho debe resolverse pronto para que la administración que comienza no arranque signada por la irracionalidad de la oposición a un Gobierno que aún no comienza.
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