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Google ha tenido que pagar impuestos atrasados en Gran Bretaña, caso que abre debate sobre qué impuestos pagan las corporaciones de la web
Mientras en Colombia se habló, habla y hablará de la llamada reforma tributaria estructural, que será una realidad en el segundo semestre del año, en los países del primer mundo el tema de los impuestos siempre ha estado al frente de los debates nacionales, pero esta vez no se trata de tareas impositivas que se hicieron hace un siglo. Ahora el debate gira en torno a qué y cuántos impuestos pagan las todopoderosas multinacionales nativas de la web.
Hablamos de Google, Facebook, Twitter, Instagram, Apple, Uber, LindkedIn y ahora la recién llegada Netflix, todas estas corporaciones no solo admiradas, reverenciadas y absolutamente necesarias e imprescindibles en un mundo que camina a pasos agigantados hacia el internet de las cosas. Hace un par de semanas el Gobierno inglés puso en cintura a Google haciéndole pagar unos US$200 millones en impuestos atrasados por los beneficios obtenidos en ese país en los últimos diez años, pero la sanción no solo fue hasta ese punto, sino que logró que la corporación estadounidense se comprometiera a pagar por ingresos publicitarios que obtenga en suelo británico en adelante, que antes no declaraba.
Para hacer un poco de pedagogía -y entender el modus operandi de estas empresas- citamos el ejemplo hecho por Miguel del Pozo en el diario Expansión de Ripe: “supongamos, estimado lector, que usted y yo tenemos una compañía que produce frutas tropicales en Brasil para venderlas en España. Como no queremos pagar impuestos en ninguno de estos países, creamos tres compañías: Del Pozo&Lectores Brasil Co.; Intermediary Dishonest Co. (en un paraíso fiscal como Islas Vírgenes); y Del Pozo&Lectores España Co. La empresa de Brasil vende por US$1.000 un kilo de frutas tropicales a Intermediary Dishonest de las Islas Vírgenes, y esta se lo vende a su vez a la compañía española por US$3.000, que es el precio al que luego salen las frutas tropicales al mercado. ¿Qué ha pasado? A la filial de Brasil le cuesta US$1.000 producir el kilo de frutas, y como lo ha vendido por US$1.000 no tiene beneficio y no paga impuestos. La filial española compra por US$3.000 y vende por US$3.000, con lo que tampoco registra beneficios y no tiene que tributar. El negocio lo ha hecho Intermediary Dishonest, que ha ganado US$2.000, y como está en un paraíso fiscal prácticamente no paga impuestos”.
El cuento viene a colación porque el Ministerio de Hacienda y la Dian deben tener claro que en el mercado nacional están creciendo estas empresas en todos los sectores, con todo tipo de aplicaciones y carambolas tributarias. De nada vale plantear una reforma tributaria para cobrarles más impuestos a quienes siempre pagan y no hacer una reforma ampliada y moderna que de una vez ponga en cintura a los nuevos jugadores.
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