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El Gobierno ha lanzado un ambicioso plan de vacunación que derrotará al covid en un par de años, pero más allá de esta acción está el efecto que este plan tendrá sobre la economía
Hay un antes y un después del plan de vacunación emprendido por el Gobierno Nacional contra el covid-19. Desde hoy, las cosas no estarán marcadas por la desolación e incertidumbre derivadas del virus, el rumbo económico cambiará de ritmo ineludiblemente y se empezará a ver una recuperación en los próximos meses cuando cada vez más colombianos reciban las dosis de vacunas y el comercio, la actividad industrial, el transporte y el turismo, entre otras actividades, empiecen a mostrar su cara de recuperación.
El comportamiento de la economía en enero no fue bueno, fue como un octubre tradicional; febrero, en cambio, está mucho mejor y cerrará casi en terreno positivo, es decir, será como un noviembre de años pasados; y marzo que cierra con el puente más largo del año, la Semana Santa, estará marcado por cifras negras sin huella de ese rojo que signó el decrecimiento del año pasado. Marzo será igual a un diciembre y esperamos que así avance el año hasta garantizar que la economía vuelva por la senda del crecimiento que recupere los puestos de trabajo perdidos durante la pandemia.
Las razones para confiar y ser optimista no son distintas que el ritmo de vacunación en los países motores de la economía mundial. Cuanto más avancen los planes de vacunación en Europa, Estados Unidos, Brasil, China e India, más van a demandar las materias primas que exportan los mercados emergentes, productos como petróleo, gas, carbón y otras exportaciones como café, flores, bananos, aguacates, etc. Si el mundo desarrollado normaliza en sus hábitos de consumo antes del verano, las cosas mejorarán en el segundo semestre en los países fábricas de bienes y servicios. Hay ciclos económicos evidentes y antes de comenzar el segundo semestre del año, todo empezará a mejorar si se estabilizan unas condiciones de buenos precios de materias primas y las tasas de interés siguen en sus mínimos históricos.
Hay razones de peso para confiar en que el crecimiento económico colombiano de este año ronde 5%, por encima de lo que proyecta el Banco de la República (4,5%), como consecuencia de las llamadas externalidades positivas que se ven con mayor claridad con el paso de los días. Según Corficolombiana, en este primer trimestre la economía se contraería 3,1%; mientras que en el segundo trimestre crecería 16,2%, en el tercero 7,8%; y en el último de 2,4%. Unas cuentas muy optimistas que están pegadas a cómo se desarrollen los planes de vacunación en los distintos países. Hay que mantener o superar el mismo nivel de actividad económica del cuarto trimestre del año pasado que hizo que Colombia no decreciera tanto como se esperaba. Es de esperarse un rebote en la construcción, infraestructura y explotación de minas. Los dos primeros ligados a la ejecución de los planes de desarrollo de los gobernantes locales y regionales y lo segundo por la demanda de materias primas.
Al oído del Gobierno Nacional se tiene que plantear una fórmula distinta para obtener ingresos para la Nación a otra reforma tributaria que logre recursos entre 1,2% y 1,5% del PIB. Ya está la compra de las acciones de ISA por parte de Ecopetrol mediante un convenio interadministrativo, pero sigue la intención creciente de radicar una nueva reforma contributiva que puede evaporar la percepción de franca mejora.
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