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Los maestros andan por estos días en pie de lucha contra la Fiduprevisora, entidad a cargo de su sistema de salud, durante un Gobierno que les ha dado toda clase de privilegios
Los maestros de los colegios públicos colombianos se la pasan de paro en paro, sin dejarse medir ni calificar y navegando en medio de toda clase de privilegios laborales que otras profesiones no conocen o disfrutan como ellos, jubilaciones tardías, escalafones inapropiados, varios salarios y una buena remuneración si se compara con la región.
El resultado siempre se mide con sus alumnos, quienes cotizan entre los de peor desempeño entre países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Ocde, a la luz del Programme for International Student Assessment, o las famosas pruebas Pisa; un proyecto de la Ocde que evalúa la formación de los alumnos cuando llegan al final de la etapa de enseñanza obligatoria, hacia los 15 años.
El pasado diciembre se dieron a conocer los últimos resultados, y como siempre, Colombia se mantiene a la cola con 412 puntos en lectura, 391 en matemáticas y 413 en ciencias, sobre 500 puntos. En las tres áreas, los estudiantes de colegios colombianos están entre los peores. Pero eso nunca ha sido motivo de protesta por nadie, ni profesores, ni estudiantes, ni padres de familia.
Los estudiantes, los más perjudicados por esta situación, nunca son escuchados, pues son menores de edad, son colombianos por lo general de bajos recursos que tienen que aceptar que sus profesores no cumplan con su trabajo, se la pasen en paros y protestas, no estudien, no se modernicen y que solo vivan preocupados por sus necesidades.
Los maestros nunca se han dejado medir, ni siquiera han trabajado por un sistema de mejoramiento de la educación a largo plazo; el gran sindicato de profesores, Fecode, es casi un partido político de grandes intereses económicos que nadie vigila, mucho menos sus agremiados; al punto de hasta financiar campañas políticas con dinero de los maestros.
Para variar, ahora los profesores están en temporada de paros, pero esta vez por la calidad de sus regímenes especiales de salud. Los maestros han vuelto a la calle a protestar contra la Fiduprevisora, entidad que está a cargo de su sistema de salud, que no está prestando servicios de calidad. Su sistema de salud está presentando fallas bajo el nuevo modelo de atención y hay desacomodo en la agenda de citas y en la entrega de medicamentos.
La verdadera crisis de los profesores, especialmente los del sector público, es que no han avanzado en la máxima profesionalización de sus individuos, que las universidades en donde se forman no los preparan para dar un salto en la calidad de la educación secundaria y que su mal desempeño origina la explosión de miles de colegios privados más enfocados en la calidad, con otros sistemas de calificación y seguimiento de los docentes en su desempeño pedagógico.
Colombia tiene pendiente una docena de grandes revoluciones estructurales y una de ella es la educación primaria y secundaria más acorde con el mundo en que vivimos y en el que vivirán los más jóvenes. La educación secundaria, con todos sus maestros a bordo, está viviendo una revolución tecnológica que acá no se siente en los casi 20.000 colegios que existen en el país.
La digitalización, las nuevas tecnologías, la cuarta o quinta revolución industrial, la IA deben obligar a los profesores a cambiar, a proyectar cómo debe ser la formación que imparten, si esta revolución no se hace en menos de un lustro, Colombia permanecerá en la cola de las Pisa, y lo peor, los maestros seguirán formando jóvenes migrantes.
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