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En menos de un día el gobierno habló de intervenir el dólar, mover la regla fiscal y tocar el presupuesto aprobado por ley, acciones que son una bomba para el país
El Gobierno Nacional se está rajando en el manejo económico. La contundencia de la afirmación tiene que ver con los hechos recientes sucedidos en solo 24 horas de un día normal de noviembre. Lo primero es que luego de conocer que la economía experimenta un crecimiento promedio de 0% entre el pasado abril y septiembre, y que la Corte Constitucional tumbó la prohibición de deducción de las regalías que se había establecido en la reforma tributaria, sus funcionarios se fueron lanza en ristre y reaccionaron de mala manera y con ideas que pueden ser su perdición.
El mismo Presidente llegó a decir que “la Corte regala impuestos a gente poderosa y produce una profunda injusticia social”, una salida muy en falso que genera desintitucionalidad y resentimiento que desdice de un líder que quiere construir país en medio de las normas vigentes.
Tras la decisión de la Corte, el Presidente también anunció que el Ministerio de Hacienda tendrá que recortar el presupuesto de las tres ramas del poder público, en lugar de plantear el ahorro o la reducción de un Estado que aún cuenta con las arcas suficientes para gobernar, pero que ha dado muestra de no poder ejecutar.
Y en el mismo contexto, el superintendente financiero, César Ferrari, recomendó que por la situación macroeconómica colombiana actual, que no solamente generaba incertidumbre como producto de los cambios a nivel mundial, si no, de los cambios al rededor de la situación de la economía colombiana, había que tomar medidas más drásticas.
Propuso que el Banco de la República debería intervenir en el mercado cambiario con el fin de evitar la alta volatilidad del dólar y, según él, atraer la inversión extranjera. “Se lo he dicho N veces al Banco de la República. No podemos seguir viendo una inestabilidad cambiaria tan grande porque eso paraliza la inversión. Un inversionista no sabe cómo hacer su flujo de caja porque no sabe la tasa de cambio que estará vigente mañana o después, porque eso cambia de $5.000 a $4.000, en fin, es una volatilidad”.
En el mismo orden de ideas y sucesos dramáticos para la economía, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, ha dicho que “tal como está diseñada la regla fiscal, se está dando prioridad al pago de la deuda pública y no a la inversión. Pagar deuda pública no reactiva la economía, la inversión sí”; en el mismo sentido, el Presidente abrió el debate sobre la conveniencia de mantener la norma de control al endeudamiento del Gobierno, después de que el Dane reveló que el PIB cayó 0,3% en el tercer trimestre del año, algo que no ocurría desde 2020, bajo el impacto de la pandemia.
Todas las salidas han sido desafortunadas para disipar la incertidumbre que hoy experimenta la economía colombiana que cabalga en el lomo de una inflación de dos dígitos, tasas de interés por la nubes y ad portas de una recesión, es decir, dos trimestres consecutivos en rojo, todo lo anterior sin un plan contracíclico que brinde unas luces al final del túnel, o mejor, sirva de esperanza para que el sector productivo pueda seguir generando empleo y pagando impuestos.
Si la economía sigue parada y no se logra tocar fondo, los perjudicados son todos los colombianos quienes tienen que experimentar volatilidad, precios altos y una eventual disparada del desempleo. Todos son nubarrones, pero no hay que perder la esperanza ni el trabajo duro para que las cosas mejoren.
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