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Los Cafeteros y Ecopetrol deben aceptar que atraviesan por el mejor momento de precios de los últimos años y que la situación merece optimizar la administración de los recursos
Los buenos precios del café en el mercado interno sustentados por una carga por encima de $2 millones, derivados de los internacionales superiores a US$2 la libra, casi se sincronizan con el tiempo de la pandemia, elaborando la hipótesis de que el coronavirus disparó el consumo del café en el mundo en el último par de años; sin duda una de las mejores noticias para los ingresos de medio millón de familias cafeteras que gozan de una buena situación económica, con algunos peros colaterales como las tasas de interés y la inflación, que no es momento de revisar.
El mismo viento de bonanza sopla, inesperadamente, para el sector petrolero de mayor impacto en las finanzas gubernamentales. El barril de crudo, promediando el WTI y el Brent, está cerca de los US$130, una cifra no vista en la historia reciente y que a la luz de JP Morgan puede superar US$180 en lo corrido del año, situación que innegablemente le reacomoda el Marco Fiscal de Mediano Plazo afectado por los estragos del covid-19.
Ahora bien, lo primero que deben hacer los cafeteros y los petroleros es aceptar de frente sin ambages que Colombia está atravesando una bonanzas de precios que merecen ser administrados con visión de futuro. Son inadmisibles los análisis sesgados que tratan de demeritar el buen momento, cuando la realidad de los precios dicen otras cosas. Hace un par de décadas, cuando se experimentó una bonanza de precios similar a ala actual, los venezolanos, de la mano de Hugo Chávez, dilapidaron el petróleo caro exportando el modelo chavista y regalando crudo a Nicaragua y Cuba; el Ecuador de Rafael Correa hizo carreteras y dispuso para su país una buena infraestructura vial, pero ese mismo boom solo le dejó a Colombia una Refinería de Cartagena signada por sobrecostos y nada más. La pregunta que se hace ahora es qué debe hacer el Gobierno saliente y el entrante el próximo agosto para que el dinero que está entrando por petróleo se vea y se sienta en las finanzas gubernamentales.
El carrusel de expertos que pasan por la puerta giratoria de las entidades económicas, a los gremios y a los centros de investigación económica, no pueden empezar a empañar la realidad de los precios del petróleo. Mucho menos los cafeteros deben atesorar este momento y hacer que dure su ahorro para evitar pedir subsidios y obviamente hacer más efectivo el sector e invertir en productividad y competitividad en un mundo que se ha volcado a tomar café.
En el mundo petrolero, dicen los exministros de Hacienda, que por cada dólar que sube el barril de crudo, al país le entran unos US$130 millones, claro que hay que descontarle el transporte y más costos logísticos, pero la realidad es que es una buena noticia para la cual se debe estar muy preparado para no repetir la historia de malas decisiones administrativas.
Nadie previó que el cada vez más próximo fin de la pandemia empataría con un conflicto en Europa que llevaría el petróleo a este nivel de precios, situación que puede durar todo este año y una buena parte del otro, máxime cuando Rusia es el segundo mayor productor del combustible, al punto elocuente de que el gobierno estadounidense ha tenido que visitar a su enemigo venezolano para reactivar la producción y desahogar el escenario previsto por los rusos. Y lo más urgente, habilitar el fracking en Colombia para producir más crudo en un buen momento de precios; es simple: hay que montarse en la ola.
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