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Brasil quiere ser campeón del clima y gigante petrolero ¿Puede ser ambas cosas?
EDITORIAL

Las lecciones del presidente Lula al presidente Petro

martes, 17 de septiembre de 2024

Brasil quiere ser campeón del clima y gigante petrolero ¿Puede ser ambas cosas?

Foto: Gráfico LR

Brasil quiere ser campeón del clima y gigante petrolero ¿Puede ser ambas cosas? Oportuna hipótesis que lanza el Financial Times y que viene como anillo al dedo para Colombia

Editorial

Hace algún tiempo en Colombia se preguntaba si el presidente, Gustavo Petro, primer mandatario de izquierda en la historia del país, sería más parecido en sus gestiones y políticas públicas a Andrés Manuel López Obrador, presidente saliente de México, o al repitente en Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

Con más de la mitad del mandato transcurrido en el cargo, la inquietud se aclara y hay acciones para decir que ni lo uno ni lo otro: que Petro no está cerca del mexicano y mucho menos del brasileño. Hace pocos días, el Financial Times publicó un reportaje titulado, ‘Brasil quiere ser campeón del clima y gigante petrolero.

¿Puede ser ambas cosas?’, en el que el periodista, Michael Pooler, explica que “mientras Brasil busca extraer cada vez más crudo de sus plataformas petroleras en alta mar, su gobierno tiene como meta convertirse en el cuarto mayor productor de petróleo del mundo, desde el octavo lugar que ocupaba hasta ahora”.

A los ojos del diario inglés, Lula considera que el petróleo es un pilar central de la estrategia de Brasil para el crecimiento económico, pero choca ante las opiniones que creen que “no se puede ser un líder en materia de medio ambiente y clima y al mismo tiempo convertirse en un megaproductor de petróleo (...) Quienes están a favor de aprovechar la riqueza de hidrocarburos de Brasil dicen que, aunque se espera que el consumo mundial de crudo disminuya con la transición hacia energías más limpias, seguirá siendo parte de la matriz energética mundial durante décadas.

Argumentan que los ingresos por las ventas de petróleo y gas pueden ayudar a financiar la transición de Brasil, impulsando sus credenciales de bajo consumo de carbono”. En el concierto de países emergentes con riquezas naturales, esa bipolaridad entre explotar el petróleo para obtener mayores divisas versus declararle la guerra al calentamiento y respetar a rajatabla los lineamientos ambientales, está marcando decisiones políticas en los gobiernos de izquierda por primera vez en la historia.

Nunca antes tal dicotomía era tan evidente, en un juego de palabras que vale la pena traer a colación: ¿petróleo o pobreza?; todo parece indicar que Lula (también Amlo) se están zanjando por el petróleo en lugar de condenar a millones de sus habitantes y las nuevas generaciones a la pobreza.

Ahora, la pregunta histórica es: por qué algunos gobiernos de izquierda sí usan el petróleo para mejorar la calidad de vida de sus gobernados, en lugar de dejar el petróleo enterrado perdiendo valor en medio de una veloz transición energética, mientras en la superficie millones de sus gobernados sobreviven con menos de un dólar al día en medio de alta precariedad.

Si debe haber una suerte de contradicción histórica, se llama “pragmatismo”: “estamos poniendo en práctica una política de transición, pero no podemos pagar el precio solos (...) ¿Por qué Estados Unidos y Arabia Saudita pueden seguir siendo proveedores de petróleo y Brasil no? Es un desajuste y a menudo hay una demanda hipócrita de países que no tienen petróleo”.

Ojalá el presidente Petro dé un giro a unos 20 meses de terminar su mandato, se dé cuenta de que la no extractividad es un error histórico, y que en este momento es mejor parecerse a Lula que tomar decisiones que lo pongan en la orilla del accionar de Maduro,que en medio de petróleo, su gente sigue sumida en la pobreza y la desesperación.

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