Las lecciones empresariales de la Selección

La economía del consumo de las últimas semanas ha girado en torno a la Copa América de Fútbol y a la Eurocopa de Naciones, eventos que han reactivado la economía de bares, restaurantes, hoteles, viajes, turismo, accesorios deportivos, tecnología, televisores, suscripciones, entre otros productos y servicios que mueve el deporte rey en la temporada de vacaciones de medio año en las sociedades modernas de casi todos los países.

Más allá de ver a 11 deportistas correr tras un balón, está la toma de decisiones por parte de directivos y los directos responsables del recurso humano que saltan a las canchas, es decir, la parte técnica y los jugadores, quienes toman la primera gran lección gerencial como es “formar un equipo enfocado al logro”.

El técnico argentino, Néstor Lorenzo, llegó sin mucho ruido, en silencio, armó una estrategia focalizada y convocó a un grupo de veteranos y unos jóvenes, a quienes les dio un papel individual en la Selección Colombia de Fútbol. “Todo equipo debe sumar jóvenes y viejos”: ver a David Ospina, Yerry Mina y Davinson Sánchez en la banca de suplentes es reconocer que solo con consejos al oído de los más experimentados se logran objetivos concretos.

Pero el mayor logro es ver en James Rodríguez todos los restos de buen fútbol que residen en él, darle confianza, recuperarlo, hacerle creer lo que es y dejarlo jugar sin complejos. Y si el hombre 10 en cancha tiene a sus amigos en la banca y a una manada de jóvenes ambiciosos en el campo, pues harán lo que han hecho: conformar el equipo de fútbol más exitoso de la historia de Colombia con más de 30 partidos invictos y con un coraje inigualable.

La tercera lección que nos deja la Selección es “una cultura llena de felicidad”. Colombia puede ser la única selección de fútbol de un país que siempre tiene una canción que hace bailar a una sociedad de 14 millones de familias o 50 millones de habitantes. La alegría se plasma en la cancha; caucanos, vallunos, costeños y paisas transpiran pasión en torno a sabor musical, ahora con más aroma de música urbana que cumbia o salsa.

En esa diada de alegría empresarial se suma la cuarta lección que es “la música como himno para mover objetivos y lograr metas”. A todo el mundo llama la atención que todos los estadios en donde juega Colombia se llenan de amarillo porque se ha formado una clientela a lo largo de una o dos décadas. Ha sucedido en todos los países en donde ha ido a jugar Colombia, la mancha amarilla de baile y alegría rebosa las expectativas; el café y la Selección de lejos son los productos nacionales que más convocan y generan fidelidad.

Una quinta lección empresarial tiene que ver con la competitividad del recurso humano: “no puede haber complejos para ganar, pero debe haber calidad”. Desde hace unos 20 años, los jugadores colombianos participan en grandes ligas y en los torneos de selecciones están al mismo nivel profesional que sus contendores, es decir, son productos competitivos, no menores como sucedía antes.

La sexta lección empresarial que deja la Selección es la más importante: “no se dispersan en sus metas ni se dejan distraer por detractores”. El fútbol es un entretenimiento millonario, con mucha ciencia, pero en donde priman las emociones, situación que esta nueva generación ha sabido administrar, nunca se ve a los técnicos y jugadores hablando de política ni contestando a los formadores de opinión. Solo juegan, se concentran en hacer lo que saben.