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Si se observa la tendencia del dólar durante el último año, pareciese inevitable que supere $4.000 y siga de largo, una situación que no deja de tener cosas buenas, pero otras no tanto
Una paradoja es una situación que entraña una lucha de contrarios, que brinda un mensaje en apariencia evidente, pero que en el fondo puede ser lo opuesto y la economía está llena de ellas. Que el peso valga muy poco frente al dólar, la moneda referente en el comercio internacional, es un anhelo de los exportadores que ven cómo cada dólar vendido, y que ingresa al país, se multiplica en la moneda local, aumentando el beneficio económico y convirtiéndose en un puntal de competitividad sin igual.
Para las economías exportadoras de materias primas, no hay nada más eficaz que sus devaluadas monedas. Pero detrás de esta realidad se oculta un impacto perverso para los importadores que compran bienes y servicios más baratos en el exterior; la canasta familiar está llena de artículos importados, muchas cosas de aseo, algo de comida e increíblemente frutas. No hay muchos artículos oficiales del Banco de la República que analicen el impacto de los productos importados en la variación de los precios, pero es evidente que las importaciones de concentrados para animales, abonos, fungicidas, fármacos, vehículos, tecnología y herramientas, pesan en la producción de carne, leche y cultivos esenciales. Todos los productores le trasladan a los consumidores el sobreprecio que resulta del dólar caro, no hay manera ni siquiera de diferirlo para ser competitivos.
El resultado de esta paradoja es que los baratos productos importados empiezan a desplazar la producción local por precio y oportunidad, el ejemplo más elocuente es que a un país como Nueva Zelanda le resulta buen negocio vender leche en Colombia, un litro por debajo de $1.000, mientras que para un lechero local es imposible sacar ese mismo litro, a menos de ese nivel, por el costo que tiene el alimento importado que consumen sus vacas. Necesita producir mucha leche más barata para seguir con su emprendimiento rural. Lo mismo se puede aplicar al caso de las frutas que necesitan abonos y fungicidas para poder crecer y competir con las que llegan del exterior.
La devaluación del peso llega a 14% en lo corrido del año y casi 6% en los últimos 12 meses, muchos analistas lo ven como un proceso normal, pero acelerado de una realidad inevitable. El punto es que algo deberán hacer las autoridades económicas, pues como van las cosas el dólar a $4.000 está a la vuelta de la esquina y una vez alcanzada esa barrera sicológica no se volverá a ver la divisa estadounidense por debajo de $3.500. Hay muchos beneficiados que no se pueden desconocer como las familias que reciben remesas, los turistas extranjeros, obvio el Gobierno Nacional por la venta de petróleo y los exportadores de café, bananos y flores.
La devaluación es una auténtica paradoja económica que debe entenderse con todas su aristas, algunas cortan y dañan, pero otras son muy benéficas. Con el dólar a $4.000 se benefician los productores de bienes y servicios transables, los que venden en el exterior, pero es muy complicado que sustituyan importaciones y los consumidores obtengan algún tipo de beneficio.
Conclusión: el dólar a $4.000 ocasiona pérdida indiscutible en el poder de compra de los consumidores colombianos, lo que quiere decir que el salario real no alcanza, se genera más inflación y la pobreza monetaria es indiscutible entendida como “la plata no alcanza para nada”.
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