Las propuestas sobre economía siguen ausentes

Es un hecho fehaciente, a la luz de los últimos debates presidenciales, que en Colombia existen unos monotemas electorales crónicos que son la necesaria e inagotable lucha en contra de la corrupción, entendida como el saqueo del erario por parte de funcionarios y contratistas, y el mal mayor de la inseguridad, que en regiones está asociada a las guerrillas y el narcotráfico. Es una suerte de Nudo Gordiano que las últimas administraciones no han podido desatar y concentra el interés de la opinión pública, dejando de lado temas esenciales como es la discusión sobre el modelo económico que tienen en la cabeza los aspirantes a suceder a Iván Duque en la Casa de Nariño, en el período 2022-2026.

No es noticia que digan que van a enfrentar a los corruptos o que lucharán contra los delincuentes que están azotando al país. Eso es lo que quieren oír los votantes, pues la inseguridad y el odio a la corrupción son los problemas más graves que tiene el país. Pero más allá de esos monotemas, está el manejo de la economía en los frentes que ha aconsejado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y que la banca multilateral ha definido como prioritarios para mejorar la calidad de vida, el desempeño fiscal y aumentar el bienestar social de los colombianos. Solo de manera esporádica han tenido chispazos de sus propuestas económicas en lo concerniente a las pensiones, los impuestos, las exportaciones o la generación de empleo.

Durante los cuatro años que pueden administrar al país es tiempo suficiente para retomar cosas que han funcionado y dar saltos cuantitativos y cualitativos en el mejoramiento de la productividad, competitividad, ejecución del gasto, aumento en las exportaciones y otros aspectos cruciales que no brillaron en el último Gobierno porque la agenda fue copada por las políticas públicas destinadas a resolver la pandemia que llevó a la economía a sus niveles más bajos.

Los candidatos deben tomar nota y hacer propuestas sobre aspectos cruciales en los que coincide la Ocde y el FMI: fórmulas locales para combatir la inflación, problema que va a ser una constante al menos por un año más; desorden tributario, altas cargas impositivas para las empresas y bajo número de contribuyentes naturales comparado con otros países; sostenibilidad del sistema pensional, en donde conviven en disímiles condiciones dos sistemas que pueden entrar en crisis. Y lo que no es un tema menor es el déficit fiscal permanente que no ayuda al país a recuperar el grado de inversión perdido; no solo se cobran pocos impuestos y de manera desordenada, sino que se gasta más de lo que ingresa a las arcas nacionales, un problema que desdice mucho del modelo económico actual, justo del que no se habla porque es más electorero irse por la inseguridad y la corrupción, problemas no menores, pero que se deben ir sorteando mientras se concrete el modelo económico que se instalará por un cuatrienio.

Y cuando propongan ideas económicas, lo justo es que se sustenten para no caer en palabras populistas. Por ejemplo, no es coherente decir que se va a suspender toda explotación de hidrocarburos cuando no se tiene el recurso a explotar de reemplazo. En este caso, es muy difícil desarrollar -por ahora- un producto o servicio que iguale lo que el petróleo le mete al Estado para su funcionamiento.