El bitcoin es la más emblemática de las casi 10.000 distintas criptomonedas que circulan en el complejo mercado mundial, nació en 2008 y su primera cotización fue de US$0,0025 por unidad, hoy, 16 años después, ha alcanzado un valor de US$100.000 la unidad. Es un mundo extraño que poco a poco se impone en las dinámicas financieras globales; todas las criptomonedas no tienen nada que las respalde, ningún país, ninguna moneda, mineral o banco central.
La magia es que están soportadas en una suerte de pirámide de confianza, la tecnología blockchain que garantiza la seguridad e integridad de las transacciones, al tiempo que genera nuevas unidades de las novísimas criptodivisas. En su autogeneración intervienen roles muy complejos como “minar”, que es el proceso de crear nuevas unidades monetarias.
También, los monederos virtuales, softwares que sirven para almacenar, enviar y recibir las criptomonedas, una suerte de cuentas bancarias encriptadas que, de momento, son mecanismo de inversión, pero que en algunos países ganan espacio como mecanismos transaccionales. Son alternativas financieras que están pasando de la fase de novedad y exploración a realidad y al establecimiento.
Las criptomonedas ya se utilizan como medio de pago alternativo al dinero de curso legal, pero más como inversiones altamente riesgosas. El gran problema es que no tienen ninguna regulación ni cuentan con el respaldo de nadie, tampoco cubiertas por seguros o mecanismos de protección a los cuentahabientes.
El bitcoin representa 40% del mercado de las criptomonedas y su valoración es superior a la de cualquier multinacional como Apple, Microsoft o Nvidia, pues supera los dos billones de dólares. Desde que Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos, la cotización del bitcoin saltó como una reacción en busca de mercados más seguros, casi siempre sigue el curso de la valoración del oro y contrario a la de los precios del petróleo.
Otro factor que ha hecho subir la cripto es que Trump nombró a Paul Atkins, exsecretario de la Comisión de Valores y Bolsa y defensor de las criptodivisas, como presidente de este organismo supervisor. Todo un espaldarazo que hizo mover al alza la cripto, que recluta nuevos seguidores cada día, más cuando se ha hecho la promesa de una regulación laxa, lo que abre las puertas a una época dorada para la industria.
Bloomberg ha dicho que Trump “estaría manteniendo conversaciones con la industria sobre la posible creación de un puesto dedicado exclusivamente a la política de activos digitales, una especie de “zar de las criptomonedas”. Otro factor que explica el alza es que fueron aprobados los fondos cotizados en bitcoin, los llamados, ETF (Exchange-Traded Fund), que allanan el camino para que Estados Unidos sea el paraíso legal de las inversiones en criptomonedas. Son fondos legales y regulados que cotizan en la bolsa y siguen el precio de la criptomoneda; el objetivo es que los inversores no compren directamente criptos, sino que tengan un intermediario que responda.
En la región, solo El Salvador ha adoptado el bitcoin como moneda de curso legal, un experimento interesante en el mundo que le ha arrojado buenos resultados: el país ha acumulado unos 6.000 bitcoin, que representan poco más de US$540 millones.