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EDITORIAL

Las remesas son el nuevo ‘dorado’ de la economía

miércoles, 25 de mayo de 2022

El Colombia no se han desarrollado políticas públicas en torno a las remesas que entran al país, ni diseñado herramientas ni beneficios para los depositarios en el sistema financiero

Editorial

Un negocio de US$8.600 millones es igual a las exportaciones de café y carbón juntas, que suman US$3.091 millones y US$5.652 millones, respectivamente. Es un caudal de dinero silencioso que creció a un ritmo de 24% en 2021 y que se convertirá en la próxima década en uno de los pilares más importantes para la economía colombiana. Vivir de los compatriotas que envían dinero del exterior es una tendencia en crecimiento en regiones como el Suroccidente, el Eje Cafetero y Antioquia, remesas que representan más para sus economías que las exportaciones tradicionales.

Es un hecho que desde finales de los años 90, millones de nacionales empezaron a migrar a países como Estados Unidos, España, Alemania, Chile, México, Gran Bretaña y Portugal, entre los destinos más atractivos para trabajar y enviar remesas a sus familiares o empleados en Colombia; a partir de 2010, la tendencia aumentó siguiendo la moda en varios países de la región y el sur de Florida en Estados Unidos, Madrid y Barcelona, en España o Ciudad de México se convirtieron epicentro de millonarios envíos de dólares y euros que cambiados a pesos colombianos se multiplican a una tasa de 17% anual convirtiéndose en una forma de vida para muchas familias en Cali, Popayán, Pereira, Medellín, Armenia o Manizales, especialmente.

Ese dinero, que el año pasado ascendió a casi US$8.600 millones, se observa en un boom silencioso de casas de cambio, la apertura de rutas aéreas internacionales desde regiones no tradicionales y la proliferación de oficinas de couriers financieros locales e internacionales que prestan el servicio de envío y recepción de divisas con comisiones altísimas para quienes reciben el dinero del exterior. El negocio de las remesas no ha cuajado aún en las cuentas nacionales muy a pesar de que es importante para las finanzas, pero no existen políticas para convertirlo en un sector interesante, dinámico y fundamental para las economías regionales. El gran problema es que el único patrón cronológico que existe en los crecientes envíos de dinero del exterior, es la incertidumbre de la tasa de cambio y los ciclos laborales en los países desde donde se envían los recursos.

Un colombiano en el exterior puede tener trabajo este mes, pero el otro no, de tal manera que el dinero que envía no es regular ni estable para el sistema financiero, que por ejemplo, no tiene mucho juego en este negocio que sigue en manos de entidades muy informales o que nada tienen que ver con los bancos. Tampoco han inventado beneficios en créditos de consumo o hipotecarios para los beneficiarios en el país, generando que el dinero receptado se convierta en plata de bolsillo del que solo se benefician las casas de cambio. La meta debe ser convertir esos US$8.600 millones anuales en un dinero que transforme a las familias que deben bancarizarse.

Las cifras del Banco de la República demuestran que los mayores receptores de divisas el año pasado fueron Valle del Cauca, Antioquia, Eje Cafetero y Cundinamarca, que concentran 65% del total de las remesas, con US$5.259 millones en conjunto. El ejemplo más elocuente es Cali, en donde se reciben más de US$2.300 millones, un dinero que supera muchas exportaciones, pero no hay ni políticas públicas en función de ese dinero ni ideas en los bancos para acceder a esos eventuales cuentahabientes.

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