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El Gobierno debe poner a andar una verdadera estrategia que crezca las ventas en el exterior ahora que la devaluación está en la agenda
Son muchos los factores de índole externos que tiene el dólar por las nubes, muy cercano a consolidar los $3.000, una cifra que hasta hace muy poco parecía un imposible de lograr en Colombia. El primer factor -y el más olvidado por los analistas y hacedores de políticas públicas- empezó a registrarse tras la salida de Ben Bernanke de la Reserva Federal y la llegada de su sucesora la señora Janeth Yellen, a mediados de febrero de 2014. Ya está casi olvidada la política de estímulos emprendida por la FED para enfrentar la crisis económica de 2008, la herramienta utilizada para salir de ella fue poner el dólar por el piso y hacer más competitiva la economía domestica de EE.UU., con tan buenos resultados que la famosa crisis de las subprime no se ensañó tanto con ese país mientras que hay otros que no han podido recuperarse de la tragedia de las hipotecas.
Yellen lideró la menor inyección de dólares a la economía olvidándose de los incentivos y la moneda estadounidense empezó a repuntar poco a poco dejando al descubierto la cabalgada revaluacionista que vivieron durante casi un lustro las economías emergentes. Incluso se llegó a pensar en alguna suerte de paridad cambiaria peso-dólar en economías del vecindario. Los tiempos del peso sobrevalorado y la fiesta de los importadores nacionales ya pasó y tardará en regresar dado el entorno internacional, que solo aminoraría la revaluación del peso con una precipitada subida de tasas en Estados Unidos en septiembre próximo. Así las cosas no queda más camino que empezar a creerse -en serio- el cuento de las exportaciones, pero sobre todo a explotar mejor la docena de tratados de libre comercio firmados en el último lustro.
Lo que más necesita el mercado colombiano en este momento es impulsar una política de sustitución de importaciones y crecimiento de las exportaciones no tradicionales. No hay un mejor camino para la economía que dejar de depender de las exportaciones de petróleo, carbón o níquel y empezar a exportar servicios y otro tipo de productos donde podemos ser más competitivos. Casi todos los mercados dinámicos globales tiene un tratado de libre comercio con Colombia, solo para mencionar el caso de Estados Unidos o Europa, lugares que no han sido verdaderamente explotados por los exportadores. Pero para eso se necesita pasar del cuento a la realidad, se necesita de un Ministerio de Industria, Comercio y Turismo que vuelva a su rótulo de ‘industria’ y ‘comercio’ y cumpla cabalmente con su papel de hacer de Colombia un país enfocado al comercio internacional.
Es solo una crisis la que se está viviendo con la balanza comercial, no es una catástrofe ni ninguna hecatombe económica. Se necesita hacer de este cambio en las condiciones económicas una oportunidad para las ventas locales en el exterior, pero para eso debe haber un obligatorio liderazgo por parte del gobierno.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados