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EDITORIAL

Los empresarios, entre desafíos y optimismo

sábado, 17 de agosto de 2019

El respaldo del sector privado al Ejecutivo no solo sigue intacto, sino que fue refrendado, pero más allá de buenas intenciones debe haber un verdadero pacto por el crecimiento

Editorial

La cita anual de los empresarios en la tradicional Asamblea de la Andi es el mejor momento para tomarle el pulso a la economía, y no necesariamente es por “aplausómetro” para los ministros, alcaldes, gobernadores o el presidente de turno, es por los comentarios que se recogen en los eventos paralelos. Durante la pasada 75 edición de la cita gremial realizada en la ciudad cuna de la Andi, Medellín, no solo el respaldo al presidente Iván Duque fue unánime, sino que fue revalidado, refrendado y, más precisamente, ratificado a los cuatro vientos. Si bien al comienzo de la Asamblea había cierto aire de pesimismo, la revisión al alza del crecimiento económico del primer trimestre que pasó de 2,8% a 3,1% y el dato de entre abril y junio de 3%, actuaron como un “desinflador” de esas rendijas de pesimismo e incertidumbre ocasionadas por el entorno internacional y la inesperada devaluación de la moneda colombiana, que ya alcanza niveles de preocupación. Con una economía creciendo a ritmos de 3% y casi todos los sectores teniendo mejores comportamientos, al compararlos con el año pasado, todo parece indicar que la meta de crecimiento de 3,6% prevista en el Marco Fiscal de Mediano Plazo no está muy lejos; cifra que de alcanzarse pone a Colombia como uno de los países emergentes en la región de mayor crecimiento este año y de muy buenas previsiones para el próximo. Justamente ese es el mayor desafío: hacer que Colombia crezca este año 3,6% y en 2020 4%, cifras que deben traer unos mínimos de generación de empleo formal, que es uno de los mayores problemas del país; pues no es admisible que cerca de 2,3 millones de colombianos estén buscando un puesto de trabajo. Ese desafío institucional -para el Gobierno y el sector privado- debe traducirse en compromisos, porque “obras son amores y no buenas razones”, tal como lo dice un popular refrán español, que significa que las buenas palabras deben ir acompañadas de hechos (de obras) porque de lo contrario se quedarían en promesas.

En efecto, el presidente Duque goza al comienzo de su segundo año de mandato de un envidiable respaldo de los empresarios, buena intención que debe convertirse en hechos concretos, tal como debe ser el compromiso por la iniciativa de la vicepresidente, Martha Lucía Ramírez, con los pactos por el crecimiento lanzados recientemente. No solo la Andi, sino todos los gremios de la producción deben comprometerse al máximo con esta propuesta que señala el camino de un alto crecimiento económico sostenido en el tiempo, que no sea cosa de uno o dos años sino a largo plazo, pues si el país quiere avanzar a otro nivel de desarrollo debe ser pensado a 2030, no a un corto mandato de cuatro años.

Y esos pactos por el crecimiento no solo deben comprometer al sector privado y al Ejecutivo, sino a los congresistas, sobre los cuales recae la responsabilidad de no asfixiar a los empresarios con tantas iniciativas que generan incertidumbre porque les restan competitividad, tales como los impuestos regionales, los ambientales, los nuevos parafiscales y sobre todo, esas reformas sin concertación que van desde disminuir la jornada laboral a 40 o 35 horas a la semana, hasta la mala idea de generar una nueva obligación salarial o prima que se pague a ciertos salarios. Si los pactos son verdaderamente pactos, en los que todos se comprometen, el país se volverá a encausar hacia el bienestar.

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