Los escenarios de una nueva ola migratoria

Lo que hoy sucede en Venezuela es un auténtico déjà vu, una especie de “ya lo vivimos”. El régimen va a endurecerse, las sanciones económicas pasarán su cuenta de cobro a las personas más vulnerables, las carencias sociales aumentarán, la pobreza correrá como pólvora y la delincuencia hará de las suyas. Lo que se le viene a Venezuela es lo mismo de hace siete y 10 años, una situación caótica, sin esperanza que lanzará a millones de sus ciudadanos a los puestos, aeropuertos y las carreteras de América Latina.

Se avecina una tercera ola migratoria de venezolanos, y Colombia, con una frontera porosa que supera 1.200 kilómetros, será el destino final en algunos casos o la primera etapa de una nueva diáspora o rally de pobreza. Es una situación calcada de cuando Estados Unidos y otros países, entre ellos Colombia, reconocieron como presidente legítimo a Juan Guaidó, luego de haber armado una novedosa campaña diplomática; ahora se hace lo propio con Edmundo González, el ganador de las pasadas elecciones según las actas que muchos veedores internacionales han tenido acceso.

Ya los socialistas en el poder han dejado claro que nunca se irán del poder, han robado las últimas dos elecciones y ellos siguen como si nada; la solución la tienen los mismos venezolanos inconformes con la socialización de la pobreza y quiebra del país que ha logrado Nicolás Maduro y que le heredó Hugo Chávez. Está claro que mientras los socialistas en el poder manejen el sistema electoral, nunca pasará nada en términos democráticos o electorales, tal como ocurre en Cuba y Nicaragua.

La solución siempre va a estar en manos de los mismos venezolanos que sufren la caótica situación y la presión internacional de los países asociados al régimen como México, Colombia, Brasil, China, Rusia o Irán. Maduro y los militares que sostienen el régimen, solo son fuertes si este grupo de países se mantiene unido. Las próximas elecciones de Estados Unidos serán determinantes para Venezuela; una cosa piensan y hacen los demócratas en el poder, y otra muy distinta si, tal como dictan las encuestas, ganan los republicanos, que tienen posiciones más duras sobre Rusia, China, Irán y Venezuela.

La Colombia de Petro, como aliada del régimen socialista, todavía tiene dos años de una posición conciliatoria frente a Venezuela, pero las cosas pueden cambiar luego de agosto de 2026. Lo que sí es un imperativo es que los actuales alcaldes y gobernadores de los 1.105 municipios y los 32 gobernadores tengan una hoja de ruta de cómo atender a los migrantes, para no cometer los mismos errores del pasado.

No se pueden cerrar las fronteras para que la gente no entre al país, ni tampoco se puede estigmatizar a los migrantes, los gobiernos locales y regionales deben armar un plan para darles la atención necesaria. Y en manos está, del Gobierno Nacional, conseguir las ayudas económicas para poder hacer centros de atención, programas de adaptación, programas de emprendimientos o de vivienda y completa resocialización.

Las hordas migratorias de Venezuela a Colombia no se pueden desconocer ni dejar que todo termine en delincuencia o más desorden, ya existe una experiencia andada, solo que la administración de Petro no ha visto el nuevo problema que se viene en los próximos meses y que debe ser atendido.