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Hay que mirar la historia para aprender que los migrantes benefician las economías a las que llegan por oleadas
Es simplista ver la migración de miles de venezolanos por Colombia y varios países de Latinoamérica como un problema, hay que mirarlo más como una oportunidad probada en otros momentos de las sociedades de países. Colombia, Brasil, Ecuador, Chile y Perú, principalmente, han encendido sus luces de alerta ante la llegada masiva de ciudadanos venezolanos alegando problemas de seguridad, salubridad, educación y hacinamiento, pero más allá de esa realidad que el asunto refleja a primera vista están las oportunidades que la situación ofrece. No se plantea el abuso laboral, ni mucho menos reducciones salariales de los locales del país al que llegan. La historia ha demostrado que los países que reciben, asimilan y se entremezclan con los migrantes, sufren un choque muy benéfico en términos de crecimiento económico, tal como lo ha demostrado un reciente estudio científico de Hippolyte d’Albis, Ekrame Boubtane y Dramane Coulibaly, publicado en la revista Nature, donde se presentan casos de verdadero desarrollo a partir de migraciones desesperadas, máxime aun cuando se emigra por fracaso de un modelo económico, como Venezuela, y no por guerras internas como sucedió en los Balcanes o en varios países africanos y asiáticos.
La investigación analizó los datos de 30 años en 15 países de Europa Occidental, entre los que estuvieron economías como Austria, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, los Países Bajos, Noruega, España, Suecia y el Reino Unido. La conclusión del informe es que el crecimiento de la economía se estabiliza y el desempleo cae gracias a las migraciones. Además, contradice la idea de que los migrantes son una carga financiera para los países a los que llegan. Los investigadores usaron un modelo matemático que mide el efecto de grandes impactos en la economía, como la ocurrencia de desastres naturales. El análisis concluye que “el flujo neto de migrantes es positivo desde el año de ese shock y sigue siendo significativo durante al menos dos años”. Además, encontró que “el PIB per cápita aumenta significativamente durante cuatro años seguidos, con un crecimiento de 0,32% los dos años siguientes después del shock”. El flujo de migrantes también hace que la tasa de desempleo caiga aproximadamente 0,14 puntos porcentuales dos años después del shock; mientras que el saldo fiscal mejora en 0,11 puntos porcentuales en su punto máximo. Según D’Albis, una de las razones que explica este comportamiento se debe a que en general los inmigrantes son adultos jóvenes, de mediana edad, que dependen de menos subsidios estatales. Sin embargo, el trasfondo está, como lo dicen los mismos autores, en que las crisis de migrantes deben dejar de ser vistas bajo el cliché de que están asociadas a una carga económica.
Ante la migración venezolana, los gobiernos de América Latina, además de articular los planes de acción frente a esta oleada de desplazados y dejar de optar por soluciones como el cierre de fronteras, tienen que empezar a verla como una oportunidad de crecimiento. La misma economía colombiana ya es testigo de la expansión de empresas con financiación venezolana, como la cadena de droguerías Farmatodo o Alimentos Polar. Por esto, los brotes de xenofobia que rechazan la presencia de venezolanos en el país no solo son moralmente equivocados, sino también económicamente rechazables.
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