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Este año ha sido especialmente bueno para la competitividad del país, el cual repuntó en el IMD, pero cuando se miran las ciudades se ven avances en las mismas y mucho rezago en otras
Un país no es competitivo de un momento a otro, es un trabajo que dura muchos años, pero hay que trazar el objetivo de Estado de avanzar, de lo contrario el rezago es bien difícil de superar y se seguirán condenando a generaciones enteras a vivir en el nivel uno de simples necesidades básicas satisfechas.
Este año, Colombia tuvo un desempeño muy positivo en las cuatro categorías que evalúa el Índice de Competitividad del Institute for Management Development, que destacó a Colombia como el país que más creció en materia de competitividad en la región, con un ascenso de seis puestos en el ranking general. El país cierra este año en la casilla 52 entre un total de 63 economías; en relación con los nueve países de las Américas, fue el quinto superando a Perú, Brasil, Argentina y Venezuela, y solo por debajo de Estados Unidos, Canadá, Chile y México.
El IMD evalúa cuatro aspectos: el desempeño económico, la eficiencia gubernamental, la eficiencia en los negocios y la infraestructura. La tercera categoría fue la de mayor repunte, pues subió nueve posiciones, pasando del puesto 56 al 47. Esto significa que todas sus variables, como productividad y eficiencia, mercado laboral, finanzas, prácticas administrativas, actitudes y valores, crecieron. Los sectores que presentaron un comportamiento negativo fueron salud y ambiente, que bajaron de la posición 45 a la 50, y las finanzas públicas, que pasaron de la casilla 43 a la 48.
La infraestructura social va muy mal y es lo que marca el gran derrotero local: entre 2018 y 2019 se situó 61, en el penúltimo puesto, y educación está en la casilla 59. Además de mejorar el recurso humano y desatrasar la infraestructura vial, el país debe aumentar el diálogo social para mejorar la inclusión y la equidad; reducir significativamente la desigualdad; reactivar la economía con la reducción de impuestos al sector empresarial y promover la formalización para lograr un crecimiento superior a 4%; fortalecer la lucha contra la corrupción y garantizar niveles óptimos de seguridad.
Esa es una visión general de la situación de la competitividad, pero cuando se va a aspectos más individuales, las cosas no mejoran, al tiempo que muestran varios caminos para andar. Bogotá, Medellín, Bucaramanga, Cali y Barranquilla siguen siendo las cinco ciudades más competitivas del país y así lo muestra la segunda edición del Índice de Competitividad de Ciudades, calculado por el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario. El estudio dice que 22 de las 23 principales ciudades del país avanzaron en competitividad al presentar mejoras en indicadores como el de infraestructura, educación, salud, calidad de las instituciones, mercado laboral o entorno de los negocios, entre otros.
Pero el balance sigue siendo muy regular si se miran los dos informes: el nacional y el global. Si bien ciudades como Armenia y Pasto suben en el índice por su dinámica empresarial y su sistema financiero, Bogotá sigue siendo la más competitiva con un puntaje de 7,57 sobre 10; seguida de Medellín, Bucaramanga y Cali. Un punto de reflexión gira en torno a que siempre de las 10 universidades de mejor desempeño en Colombia, siete u ocho se encuentran en la capital del país, lo mismo sucede si se listan los colegios de secundaria. Vamos bien, pero hay que atender a los comportamientos y las distribuciones de la competitividad por regiones.