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En miles de sitios web la gente de Cambridge Analytica dice que va a estar en las elecciones de Colombia, mientras tanto acá, hay silencio cómplice.
La frase es del líder conservador, Álvaro Gómez Hurtado, quien no se cansaba de repetir que Colombia siempre estaba a la penúltima moda; se refería con gran acierto a que las tendencias económicas llegaban muy tarde. Incluso, sucede ahora con los grandes escándalos de corrupción, que no solo son importados, sino que tardamos mucho tiempo en asimilarlos y tomar las medidas pertinentes para no volver a caer en los mismos errores, tal como sucedió con los sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, que fueron destapados por las autoridades estadounidenses y nacionalizados en la región con graves repercusiones en la política interna.
El tema viene a colación porque el gigante de las redes sociales, Facebook, la emblemática multinacional de Mark Zuckerberg, el millennial por excelencia, está medido en el más grande escándalo por no dar explicaciones coherentes de cómo la compañía Cambridge Analytica usó una amplia base de datos de sus registros para manipular a la opinión pública en las pasadas elecciones estadounidenses. Una investigación similar se ha planteado en Gran Bretaña por el papel de la red social en la decisión del Brexit, que sacó a los ingleses de la Unión Europea, con graves repercusiones económicas para el viejo continente.
Estamos ante una gran hecatombe en materia de manipulación electoral basada en el conocimiento en detalle -individualizado- de todo lo que hacen y piensan los millones de usuarios de Facebook, situación que confirma que la red social conoce más a sus usuarios que ellos mismos. El punto que conecta esta compleja situación con los sucesos políticos locales tiene que ver con una empresa aliada de Cambridge Analytica que funciona en Colombia con el nombre de Pig.gi y que se ha beneficiado de programas como el de Ruta N, del Gobierno de Medellín, para hacer arqueología y tendencia de perfiles. La forma como operan estas compañías de la nueva economía es muy sofisticada y acude al análisis de Big Data en las grandes bases de datos que obtienen de los usuarios de varias redes, como Facebook, Twitter o Instagram; el punto clave es si también están en capacidad de hacer lo mismo con otras plataformas más amplias y exitosas en Colombia como WhatsApp, que dicho sea de paso pertenece al entramado corporativo de Zuckerberg. Pero lo que más llama la atención es que la noticia de impacto global, desde el pasado domingo ocupe las primeras páginas de diarios tan influyentes como The New York Times, Wall Street Journal o Financial Times, pero que aquí en las oficinas de control y vigilancia simplemente haya silencio, como si el nombre de Colombia y sus próximas elecciones presidenciales no se hubiera citado en varias oportunidades por investigadores y medios de comunicación de todo el mundo.
¿En dónde está la Fiscalía, la Registraduría o el Consejo Nacional Electoral a la hora de tomar nota sobre esta anómala situación? Ojalá en las elecciones del próximo 27 de mayo no ocurra un gran escándalo por interferencia de hackers o de expertos manipuladores que lleven a los electores a favorecer alguna línea política como consecuencia de la afectación de sus redes sociales. Una tarea compleja para unas instituciones débiles en el campo tecnológico, pero debemos alertarlas para que los escándalos por venir no las sorprendan.
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