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En promedio, de casi 23 millones de ocupados, 10 millones ganan menos del mínimo, es decir 44%, y para otros 3,5 millones, su salario es el mínimo legal, tras la discusión hay temas vedados
Comienza la ceremonia anual de las discusiones sobre el incremento del salario mínimo para 2025. Intervienen los sindicatos y los gremios como protagonistas, entre tanto, el Ministerio de Trabajo actúa como amigable componedor, previo acuerdo con la cartera de Hacienda, que apoya al Gobierno con unos datos fundamentales para la economía.
Dicta la norma que el salario mínimo nunca debe ser inferior a la inflación causada en el año anterior, es decir, más o menos 5,2% según revisión a la baja del mismo Gobierno; debe tener una cifra que representa la productividad corrida de la economía, es decir menos de 0,30 puntos, si se tiene en cuenta que el Indicador de Seguimiento a la Economía para septiembre fue de 3,5%. La productividad el año pasado fue de 0,34 puntos.
Con esas cifras a la vista, el alza del mínimo legalmente, sin populismo ni politiquería, debe ser 6%. Las centrales obreras ya habían hablado de no menos de 10%, por lo que la discusión está servida; seguramente los gremios de la producción, que representan a los empresarios, se abstendrán de dar una cifra y dejar el asunto en manos de un Gobierno Nacional de corte sindicalista que querrá llevarse un punto en un año electoral como el que se avecina.
Ahora bien: los más ortodoxos dictan que el incremento del salario mínimo, cualquiera sea la cifra, es inflacionario porque en enero la cascada de precios se estira en función de dicho ajuste salarial, suben los servicios, los colegios, el transporte, los peajes, los arrendamientos, y por supuesto, la canasta familiar.
El otro bando, los apocalípticos, esparcen la teoría que dice que los ajustes salariales no son inflacionarios; basados en estudios del Nobel de Economía de 2021, David Card, que da base teórica en sus trabajos en pedir incrementos salariales y demostrar que en nada impactan en la formación al alza de precios; y basan sus opiniones en que durante la primera quincena de enero, el costo de vida ya ha absorbido el incremento.
Más o menos en Colombia la población económicamente activa ronda 23 millones de personas, que si se dividen por salarios, se obtiene que 44% gana cada mes menos de un salario mínimo vigente, $1,3 millones que con subsidio a la conectividad ($162.000) puede subir a $1.462.000, unos US$330. Más de un salario mínimo ganan 5,3 millones de colombianos, 23% de la población económicamente activa; dos salarios mínimos (9% de la PEA), y cuatro salarios mínimos 930.000 trabajadores (4% de la PEA).
El impacto del incremento del salario mínimo en el modelo de negocio de muchas empresas y miles de emprendimientos no es menor, de allí a que es una discusión bien importante para saber cómo le puede ir a la economía colombiana el próximo año, tiempo en el que la inflación debe caer en el rango del Banco de la República de entre 2% y 4%.
Hay muchos asuntos pendientes en la discusión del mínimo, pero uno de ellos es lograr que en todo el país se pague lo mismo, independientemente si es un empleo rural o uno urbano, y que no sea la discusión del “mínimo” sino de “productividad”, en la que el trabajo por horas ya sea un imperativo en Colombia; todo debe versar en que una hora de trabajo contenga todos los parafiscales y el trabajo se haga más productivo, en cuatro o cinco días a la semana, en jornadas de 35 ó 40 horas. Hay que renombrar la discusión del salario mínimo, llevarlo completamente a la productividad y organizarlo por horas y en función de las jornadas laborales más modernas.
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