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El rol de las alcaldías en la economía es mucho mayor del que a simple vista se ve, para que el país vuelva a crecer a 4% es clave que los alcaldes aceleren.
La economía está compuesta por sectores que a su vez están unidos por agentes transversales que le generan dinámicas internas. Por ejemplo, el agro depende del apoyo en recursos que le de el sistema financiero, también de la efectividad de políticas enfocadas a la producción, pero lo que más determina su rumbo son cosas como marco legal, la logística, el ambiente, la seguridad y la infraestructura, cosas que brindan los mandatarios locales y regionales.
Si un sector anda mal, presenta malas cifras y los alcaldes y gobernadores no hacen nada para apoyar el mejoramiento de su dinámica, la recuperación orgánica tardará en darse. En pocas palabras, malos gobernantes condenan a los sectores económicos en problemas a un eterno subdesarrollado. En cambio, los buenos y proactivos se convierten en los verdaderos motores de la economía.
En pocas semanas los alcaldes y gobernadores llegarán a la mitad de sus mandatos; a partir de enero de 2018 les quedarán solo 24 meses para entregar las obras que prometieron en campaña, y más que eso, la infraestructura que sus ciudades o municipios necesitan para ir caminando hacia el desarrollo.
Es muy poco tiempo el que les queda y las necesidades de inversión son inmensas, pero esta vez hay mandatarios enfocados en los resultados, que no es otra cosa que entregar obras que redunden en beneficio social. Muchas cosas hay en inventario de obras en ejecución en todo el país: vías, puentes, hospitales, colegios, parques, andenes, ciclorutas, jardines, toda una suerte de infraestructura prioritaria en todas las ciudades para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Si miramos el presupuesto anual de Bogotá, que tendrá recursos para 2018 superiores a los $20 billones; el de Medellín con $5 billones para el mismo año; el de Barranquilla con $3,3 y el de Cali por $3,3 billones, veremos que son recursos enormes que se destinarán al funcionamiento, a la salud, la educación o el pago de deudas, pero también es muy grande la porción que se dedicará a obras en marcha o nuevos proyectos. Y si a esto se suma el de otras capitales no menos importantes, como Bucaramanga, Cartagena o Pereira, tendremos que el país visto por regiones cuenta con los recursos para mover la economía con transversalidad intersectorial, solo es que los encargados de darle ritmo a sus decisiones no sean inferiores al reto, pues en sus manos está volver a crecer.
La primera administración Santos (2010-2014) rotuló algunos sectores como las locomotoras del crecimiento, esa estrategia funcionó solo en construcción y vivienda, el resto no salieron de la estación. El llamado es a ver las alcaldías y gobernaciones como los verdaderos motores de la economía, especialmente esas ciudades que son exitosas en darle un marco a las empresas, en manejar sus recursos adecuadamente y en ser muy eficientes. Hablamos de las que están en manos de Peñalosa, Gutiérrez, Armitage y Char.
Colombia es una economía con cuatro motores regionales que le aportan respectivamente 25%, 13%, 10% y 5%, aproximadamente al PIB, y esa dinámica de crecimiento está en manos de sus alcaldes que deben ser conscientes de que sólo les faltan dos años para terminar sus mandatos y que el marco o la coyuntura para hacer negocios depende de ellos. Hay ciudades que han puesto a andar equipos tripartitos (alcaldías, empresas, gobierno central) para generar dinámicas, este tipo de estratégicas son las que funcionan a largo plazo.
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