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Por responsabilidad fiscal y con el futuro del país, el Gobierno Nacional tiene que sacar una reforma tributaria adecuada para que la economía se reactive y mantenga la inversión
Es absolutamente irresponsable diseminar la idea entre la gente de que las arcas nacionales no necesitan más recursos, pero más que una tradicional reforma al sistema tributario, se necesitan con urgencia más ingresos para poder financiar la crisis derivada de la pandemia y poder sacar la economía de la recesión en que se encuentra.
Colombia necesita financiar los presupuestos de 2022 y 2023, como primera medida para crear el escenario económico propicio en donde se pueda desencadenar el crecimiento, se mantenga la inversión local y extranjera, se reduzca el desempleo y se genere estabilidad macroeconómica como caldo de cultivo para sacar a más colombianos de la pobreza y reducir la precariedad de las necesidades básicas insatisfechas.
Nunca será un buen momento para pagar más impuestos, como tampoco nadie quiere que lo carguen con nuevos tributos; menos aún desea que le cambien las reglas de juego tributarias, pero el país ha entrado en una inusual disparada de la deuda externa y una avalancha de peticiones de inversión social y subsidios, que requieren u obligan al Ejecutivo a sacar lo mejor de sí para imprimirle liderazgo a cada una de sus acciones en este sentido.
Si bien, el Gobierno Nacional se desprendió sus tradicionales aliados (los gremios económicos y los partidos de la coalición) presentando una reforma tributaria sin total consenso, no se ha perdido el liderazgo de enderezar las cosas y sacar adelante un ambicioso programa de nuevos ingresos para el Estado como es la enajenación de activos, la venta de empresas improductivas, la austeridad estatal y la imposición de impuestos, previo acuerdo con los contribuyentes de siempre, las empresas.
Pese a las protestas sociales, al aprovechamiento político de la situación y a la traición de habituales aliados, el Gobierno Nacional debe poner a prueba que está hecho de liderazgo puro y que logrará por el bien del país salir adelante de esta situación sensibilizando sobre la necesidad de ser más que nunca responsables con el futuro.
Lograr una reforma tributaria de montos históricos ($23 billones de nuevo recaudo) en plena pandemia fue un suicidio político ante la opinión pública, máxime cuando las anteriores tributarias de este Gobierno no sumaron $20 billones y nunca antes en la historia reciente se había llegado a esos niveles. Pero en lo que más se erró fue en subvalorar la maquinación política de los partidos de la coalición en un momento preelectoral. Tanto el Centro Democrático como Cambio Radical y el Partido Conservador, que pertenecen a dicha coalición del Ejecutivo, tienen cuotas burocráticas en el gabinete y han respaldado al Presidente durante su mandato, pero se confundieron los momentos y desconoció la capacidad de traición de los políticos populistas en tiempos de campaña, quienes encontraron en el asunto, “más impuestos”, el mejor caballo de batalla para hacerse reelegir en el Congreso y poner en jaque temático el partidor por la Casa de Nariño. Hoy, la gente está confundida y cruza inconsistencias como “más subsidios”, pero “menos impuestos”, una dura tarea de hacer cambiar esas percepciones, el único camino que queda es actuar con grandeza frente al país y dar ejemplo apretando el cinturón, vender activos improductivos y sacar una tributaria light.
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