Nadie pensó en la crisis ucraniana como el poscovid

El precio del petróleo, el gas natural y de materias primas como el aluminio y el níquel está disparado como consecuencia de la crisis geopolítica en Ucrania con graves consecuencias para la economía mundial, que se venía recuperando de los estragos de la pandemia. Y justo cuando los países del viejo continente empezaban a desescalar las restricciones de movilidad y a liberar todas las actividades multitudinarias, incluso a proscribir el tapabocas al aire libre, llega el tira y afloje entre Rusia, Estados Unidos y la Otán de por medio, conflicto en ciernes que posa una nube gris sobre la recuperación después del covid.

El barril de petróleo Brent está muy cerca de los US$100 y el precio del gas en Europa registra alzas superiores a 10%, obligando a las empresas a rehacer sus presupuestos con los nuevos precios, dado que casi la mitad del gas se exporta de Rusia a través de gasoductos que atraviesan Ucrania, lo que explica la importancia geográfica y complica la formación de los precios en el mediano y largo plazo, pues cualquier salida diplomática tardará varios meses en darse.

El problema global que representa la variación de precios también puede agravarse al ritmo del alza de los precios de petróleo, que endurecerá los fletes del transporte aéreo y marítimo. Es un hecho que mientras en Europa son los combustibles los que más influyen en la variación de los precios, en América Latina y en otros emergentes son los alimentos importados los que más pesan en la canasta familiar, de una u otra manera también afectados por los combustibles que acumulan alzas de 25% en lo corrido del año, una cifra que impacta notablemente en el promedio inflacionario de casi 6,5% en el conjunto de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde).

Por ahora, casi terminado el segundo mes del año, nadie se atreve a pronosticar una caída de la inflación durante el segundo semestre del año, tal como lo habían vaticinado los bancos centrales al final de 2021. Las apuestas ahora han cambiado de contenido, en un comienzo de las escaramuzas se proyectaba un fin de la pandemia en el segundo semestre y una estabilización del comercio mundial, no obstante la tensión y la incertidumbre se han aposentado en los mercados secundarios al no saber leer cuánto puede durar la tensión y si esta puede escalar a enfrentamientos, lo que aplazaría la nueva normalidad. Los que sí están en deuda en toda esta situación caótica global son los opinadores, analistas y grandes pronosticadores de los mercados y la actualidad política, pues nadie vio venir que los tiempos del poscovid estarían marcados por una insospechada crisis política, militar y energética, en una de las exrepúblicas de la desaparecida Unión Soviética, un tema que para muchos ya hacía parte de la historia.

Tanto la aparición del covid-19 y la recesión mundial que desencadenó en todos los rincones del planeta, como la crisis entre Rusia y los países de Occidente pertenecientes a la Otán, pasan la cuenta de cobro a las universidades, a los pensadores e intelectuales que no han leído bien el futuro y que dan por muertos muchos problemas que simplemente han revivido con nuevos bríos y puesto en jaque a todo el mundo. Estrictamente no son cisnes negros en términos de Taleb, pero sí situaciones despreciadas a las que nadie les puso atención cuando se formaban en silencio.