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Mientras el desempleo se disparó en junio, el Gobierno insiste en una reforma laboral que no ataja la destrucción de trabajos ni incentiva a que las empresas generen empleo formal
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, reveló que en junio pasado la tasa de desempleo se disparó hasta 10,3%, un aumento de 0,9 puntos porcentuales (casi un punto) frente a la cifra del mismo periodo del año anterior cuando era 9,3%, la tasa más alta para un junio desde hace dos años.
El mayor contrasentido es que el Gobierno Nacional insiste en una reforma laboral que carece de propósitos fundamentales en términos de construcción de bienestar, no solo castiga a los generadores de nuevos trabajos, sino que inflexibiliza muchos contratos, al tiempo que genera un aire de ley como si fuera un pliego sindical. El dato de junio es muy preocupante, un mes con varios festivos, pero sin mucha dinámica económica y en contravía del turismo y el comercio.
La tasa desestacionalizada, es decir la que compara mes a mes, no el mismo mes del año anterior, evidencia que el desempleo de 10,7% en junio creció frente a mayo, que fue de 10,4%. La única explicación válida es que la actividad económica sigue parada sin que el Gobierno Nacional haya podido articular un plan contracíclico para que crezca nuevamente.
Atendiendo a las cifras registrada en mayo del Indicador de Seguimiento a la Economía, ISE, hubo un crecimiento de 2,4% respecto a mayo de 2023 y la serie desestacionalizada mostró un aumento de 2,5%, cifras muy bajas que no alcanzan a generar el empleo que el país necesita. El mismo ISE de abril también demuestra que el sector secundario (construcción e industria) se contrajo, datos mediocres que ratifican la disparada del desempleo en junio. Ese punto porcentual que subió el desempleo se sustenta con los dos últimos datos del ISE.
Si el Indicador de Seguimiento a la Economía no mejora, lo más probable es que el desempleo siga creciendo o se sostenga en más de dos dígitos. El gran problema de la economía colombiana en este momento, cuando se observan el ISE, el desempleo, el Índice de Confianza del Consumidor y otros indicadores como el comportamiento de la industria y las manufacturas, es que todo está funcionando por inercia ante un gobierno que no lidera nada para hacer que la dinámica se recupere.
Es como si el manejo económico estuviera a merced de lo construido en décadas pasadas: no hay ambición en el sector extractivo; no hay incentivos para la construcción; no se ataca la inseguridad campeante para que el turismo crezca, entre otras muchas pasividades, lo que quiere decir que la inercia está manejando la economía.
De todos los fundamentales, es el desempleo el más importante de todos, porque de su evolución se desprende el estado de las empresas, los parafiscales que reciben las cajas de compensación, las afiliaciones a las pensiones y a la salud, y por supuesto el pago de impuestos. El Gobierno debería sentarse con los gremios de la producción para rediseñar el proyecto de ley de reforma laboral, para evitar que golpee al sector productivo, para no dejar que sea leonino contra el empleo formal y para que se avance en la modernización, como es el trabajo por horas que sigue sin ser reglamentado.
El Ministerio del Trabajo tiene una oportunidad de oro con su iniciativa en el Congreso, de cara a generar más empleo formal, pero si la rediseña, la mejora de cara a la realidad económica, no para ideologizar algo tan importante como es abrir nuevos puestos de trabajo.
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