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Son pocos los libros que se leen cada año en Colombia, si se compara al país con otros de desarrollo similar en la región. A Más lectura más educación
Leer es salud, es como llevar el cerebro al gimnasio, es almacenar conocimiento, es alojar recuerdos duraderos, es aprender y sobre todo informarse. Siempre se ha dicho que Colombia es un país de poca lectura en términos de textos impresos o libros, pero de mucha información a través de las redes sociales, la radio, la televisión y el cine. Está claro en este contexto, que en la actualidad los colombianos están mucho más informados que en décadas pasadas, que hay nuevos medios -como las redes sociales- que obligan a escribir y a leer a sus usuarios y que en ese hábito reciente se siembran nuevos segmentos de lectores que otrora no existían. Ahora vivimos bajo el imperio de los mensajes vía WhatsApp, Messenger, además de los correos electrónicos, tres medios que no existían hasta hace pocos años y que han abonado el terreno para más lectura. Incluso, las personas hoy leen a trozos y a raticos todo el tiempo; mucha más información que la que consumían antes, cuando sólo se tenía acceso a los diarios impresos. Las páginas web, los computadores portátiles y los teléfonos inteligentes son los nuevos pioneros de la novísima generación de lectores.
El Ministerio de Cultura acaba de revelar la Encuesta Nacional de Lectura en la que se recoge el número de libros leídos al año por los colombianos, cifra que llega a 2,7, en términos de la población total, pero es elocuente cuando habla de 5,1 libros al año de los lectores; cifras verdaderamente importantes, pues las que se tenían eran muy viejas. Hasta hace pocos años (2011) se tenía el número de 1,9 libros por año, lo que nos ponía a la cola de la Alianza del Pacífico. El nuevo dato ubica a los colombianos a la cabeza de la lectura en la región, un logro que hay que revisarlo y compararlo con las metodologías respectivas, mucho más científicas que una encuesta, pues no es lo mismo decir que se compran libros o se leen libros, que pasar por una revisión del conocimiento adquirido por los libros leídos o la simple comprensión de lectura que siempre raja a nuestros estudiantes en términos de pruebas Pisa.
La Encuesta Nacional de Lectura se realizó entre septiembre y noviembre de 2017, en 33.395 hogares, de 32 ciudades, centros poblados y rural disperso, con el objetivo de proporcionar indicadores actualizados de los comportamientos de lectura.
A todas luces es muy valioso el trabajo que realizaron el Dane y el Ministerio de Cultura, pues también incluyeron en su medición la lectura digital que hace rato se abrió paso como una nueva manera de adquirir conocimiento, relacionarse, comparar, tomar decisiones, y sobre todo, estar mejor informado que antes. No se pueden estigmatizar las formas de lectura, obviamente no es lo mismo leer una versión impresa de un texto o libro, que hacerlo por un dispositivo digital, pero al final es lo mismo si el usuario lo desea y busca comodidad y comprensión de lectura. Sucede con los periódicos que llevan más de cinco siglos imprimiendo sus ediciones, pero en las dos últimas décadas hacen lo mismo en sus versiones en internet o a través de aplicaciones, que no solo se actualizan permanentemente, sino que llegan a más lectores en todos los rincones del mundo que sus ancestros impresos a costos inferiores.
Hay que leer en formatos impresos o digitales, pero hay que leer, pues una sociedad regida por el conocimiento tiene mucho más futuro que una dominada o sometida por la ignorancia de sus miembros.
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