En la historia reciente del país nunca había sido tan complejo ser ministro de Hacienda, cartera que enfrenta afugias económicas no experimentadas por ningún jefe de la economía colombiana. Lo primero y más grave es que el presupuesto general está muy enredado, no solo no fue aprobado por el Congreso, sino que está totalmente desfinanciado y los dos últimos responsables del Ministerio no han logrado que los miembros de la Comisión Interparlamentaria de Crédito Público se reúnan para poder avanzar en negociar nuevos créditos o revisar los existentes.
Esta comisión siempre ha sido invisible porque casi siempre había buena relación entre Hacienda y Congreso, lo que se ha roto, y hoy en día es imposible lograr que fluya la revisión y aprobación de operaciones de crédito externo, nuevos recursos para la financiación y avanzar en el equilibrio de la balanza de pagos.
Lo otro, y más delicado, es que por primera vez en la historia no hay una ley de financiamiento aprobada que sustente las movidas administrativas del Gobierno Nacional. A esta penosa realidad, ahora se suma un alto grado -también inédito- de interinidad en el MinHacienda, pues no solo el jefe de la cartera, Diego Guevara, sigue como encargado, sino también que su responsabilidad actual de viceministro General también está descubierta.
Los otros cargos que no cuentan con nombramientos oficiales son el de la dirección general de política macroeconómica y la subdirección de programación macroeconómica, dos roles y funciones fundamentales en el engranaje técnico de esa cartera. El Viceministerio Técnico tiene responsable plenamente nombrado desde junio, pero los otros cargos paralelos y fundamentales en la confección de la política económica no tienen responsables, de allí a que varias situaciones de la hacienda pública no han sido bien manejadas.
Las relaciones con el Congreso, especialmente con las comisiones económicas, no existen o están en manos del Ministerio de Interior, que tiene otros tiempos e intereses políticos. Casi todo el contenido político del Ministerio está siendo llenado en el Congreso por la Dirección Nacional de Planeación, el DNP, que tiene otros tiempos y movimientos. Lo peor que le puede pasar a la economía es que la entidad rectora de su manejo entre en la tradicional interinidad de muchos cargos durante este Gobierno.
La ejecución de todas las entidades es supervisada por oficinas clave en los viceministerios de Hacienda, pero no hay mucha comunicación entre otras carteras, agencias y direcciones, lo que ha dificultado el cumplimiento de muchas cosas. Es increíble, no menos que lamentable, que la gran característica de este Gobierno sea la falta de ejecución presupuestal, y que por más que reclame el Presidente en los medios de comunicación, de que sus ministros ejecuten, le sea imposible lograr compromisos reales.
Y todo eso tiene que ver con el Ministerio de Hacienda, que no ha podido construir un equipo sólido, conocedor y de buenas relaciones con otras entidades y el Congreso, para llevar a buen puerto las delicadas finanzas. Para complementar el drama, están las relaciones de Hacienda en Washington y Nueva York, dicho de otra manera, con la banca multilateral y los tenedores de bonos del tesoro, además de las calificadoras. Ojalá el Presidente tome nota y convierta a MinHacienda en su verdadero aliado en el tiempo que le falta a esta administración. Guevara sabe y es respetado, pero hay que darle juego.