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Hay que hacer cambios en el gabinete y en las entidades cruciales para la competitividad, antes de que sea tarde. La administración de Juan Manuel Santos ya va para 18 meses al frente de los destinos económicos del país y entra en la recta final para su segundo año, justamente el meridiano donde debe ponerse sobre la mesa como tema de discusión la posibilidad de una eventual reelección.
El mismo Presidente al igual que muchos de sus funcionarios de altas responsabilidades dentro del Ejecutivo, no pueden seguir mirando las cosas con retrovisor y empezar en serio a ejecutar, a mostrar los cambios trascendentales que prometieron.Al Gobierno pasado se le criticó hasta la saciedad que hubiese mantenido como ministro de Transporte a Andrés Uriel Gallego, quien no solamente duró ocho años en el cargo sino que ha sido la persona que más tiempo ha estado en esa cartera en toda la historia del país. Pero todos esos años -casi una década- no le sirvieron para dejar bien parada la infraestructura de cara a la competitividad.Se cometieron muchos errores que ahora se lamentan y se sienten las consecuencias. No cambiarlo a tiempo y haberlo dejado en el cargo generó el `síndrome Andrés Uriel`, que viene a ser una suma de malas decisiones ejecutivas por no cambiar funcionarios públicos cuando claramente no funcionan. Y 18 meses son más que suficientes para darse cuenta si un ejecutivo va ha hacer la tarea o no.Hablamos directamente del caso del director de la Aeronáutica Civil, Santiago Castro, quien no ha sabido llevar con eficiencia las riendas de tan importante entidad en una etapa de la historia económica del país en la que los terminales aéreos juegan un papel determinante para la competitividad. El lío con los controladores aéreos; el desorden con cuenta de cobro para los usuarios de las entradas y salidas de aviones; el grave irrespeto por parte de las empresas aéreas de los pasajeros; las demoraras en los vuelos; el mal funcionamiento de las pantallas electrónicas; el mal estado de varias terminales y en general, el caos en el servicio aeroportuario nacional, lo tienen a él como responsable.El ministro de Transporte, Germán Cardona, es el director responsable de la dirección de la Aeronáutica Civil y la persona llamada a actuar cuando algún subalterno no funciona. Es frecuente oír las quejas de los pasajeros que son metidos en un avión en plena pista por casi una hora; o trayectos de media hora que registran retrasos hasta de cinco y seis horas; sabemos de aerolíneas que maltratan a sus usuarios sin que haya una autoridad superior que controle y que respalde a los pasajeros.Vivimos un silencioso caos aéreo que tuvo su clímax entre diciembre y enero pasados, pero que no ha tenido soluciones estructurales y que si no se ejecutan perderá el país económico.