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Es un hecho que la reforma tributaria no se va a “pupitriar” como era lo indicado dado que ya fue discutida hace un año, una mala situación que lleva a que haya una tributaria por año
Si el Congreso de la República estudia detenidamente la “vieja reforma tributaria”, conocida como Ley de Financiamiento e incluye o elimina nuevos impuestos, bien se podrá decir que el régimen contribuyente pasó de una reforma tributaria cada 22 meses a una cada 12 meses, convirtiéndose en el país con menos seguridad impositiva del mundo. La realidad es que los impuestos en Colombia atraviesan por el peor de los mundos, pues a la luz del fallo de la Corte Constitucional que declaró inexequible la Ley 1943 de 2018 deja en un limbo los ingresos del Estado para los años venideros.
La existencia de claros vicios de trámite en su aprobación a finales de 2018, al no haberse publicado oportunamente en el Diario Oficial el articulado aprobado en la plenaria del Senado antes de ser discutido en la Cámara, hace que sus metas de recaudo expiren en menos de seis semanas, situación que se convierte en un verdadero hecho de urgencia. Por esta situación apremiante, el Ministerio de Hacienda volvió a presentar el proyecto, tal y como fue aprobado, pero el agite político de las últimas semanas que han obligado al Gobierno Nacional a ni siquiera mencionar las necesarias reformas laborales y pensionales, hace prever un desenlace incierto en lo económico desde el punto de vista de la administración.
Aunque ya están definidos los ponentes y los coordinadores en las comisiones terceras para comenzar oficialmente el trámite, es una carrera contra el reloj en un ambiente turbado donde no fluyen las reuniones entre el Ejecutivo y el Legislativo. El “nuevo viejo” proyecto fue radicado el 22 de octubre con mensaje de urgencia, pero pasada la primera quincena de noviembre nada ha pasado, con el agravante de que el primer debate debe quedar listo y publicado la otra semana, y el ambiente no es el mejor con la crisis ministerial también desatada por la moción de censura contra el saliente ministro de Defensa.
Solo quedan cinco semanas de trabajo legislativo y la aprobación en comisiones conjuntas del proyecto, para que pueda pasar a una segunda etapa en plenarias de Senado y de Cámara, no avanza y el ambiente no es el mejor. El periodo ordinario para la revisión de las leyes termina el 16 de diciembre, aunque al igual que el año pasado se citarán a trabajos extraordinarios para sacar este asunto que es verdaderamente importante para la salud de las finanzas del Estado. Nuevamente, el Ministerio de Hacienda rotuló esta suerte de segunda tributaria de esta administración, bajo la justificación: “Por medio del cual se adoptan normas para la promoción del crecimiento económico, la inversión, el fortalecimiento de las finanzas públicas y la progresividad, equidad y eficiencia del sistema tributario, de acuerdo con los objetivos que sobre la materia impulsaron la ley 1943 de 2019 y se dictan otras disposiciones”, toda una breve exposición de motivos que no son un eufemismo pues de modificarse, enriquecerse o editar el articulado, el país entraría en el récord de más reformas tributarias en el concierto de la Ocde.
Importante que los congresistas sean conscientes de que la iniciativa garantiza la estabilidad jurídica y sobre todo la inversión de sector privado al tiempo que envía un mensaje de Estado de buena gestión a las firmas calificadoras de riesgo y a la banca multilateral empañados por el hundimiento de la Ley de Financiamiento.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados