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La facilidad para hacer negocios es solo un paso en el difícil camino de convertirse en una ciudad que compite y que entra en la esfera industrial
En Colombia se cree que todo se arregla expidiendo leyes, normas, decretos y circulares, entre otros de los cientos de herramientas con que cuentan los servidores públicos para desempeñarse bien como funcionarios. Los comentarios populares llaman a esta cultura de obsesión por la reglamentación “santanderismo”, que no es otra cosa que tratar de componer una cultura desorganizada a partir de exigencias burocráticas. Y hemos caído en creer que todo se compone poniendo trabas a los empresarios, y es más, muchos mandatarios locales creen hacer competitivas sus regiones y ciudades dictando nuevas normatividades para ser eficientes. Pero se olvidan que por más reglas que implementen, la competitividad es una forma de vida de una región o una urbe y que las regulaciones comerciales -desde la perspectiva de las pequeñas y medianas empresas locales- no se imponen sino que se vuelven cultura. El diagnóstico nacional presentado sobre la facilidad para hacer negocios en 32 ciudades es un gran avance que nos deja muchas enseñanzas. Doing Business en Colombia 2017 analizó cuatro indicadores que cubren áreas susceptibles entre ciudades y sobre las cuales hay competencia de los gobiernos departamentales y municipales. El proyecto es coordinado por el Grupo de Indicadores Globales del Banco Mundial con el Departamento Nacional de Planeación y no cubre condiciones de seguridad; tamaño de los mercados; estabilidad macroeconómica; sistema financiero, corrupción; nivel de formación y competencias laborales. Solo llega a una evaluación sobre la apertura empresarial, donde se mira si registran todos los trámites requeridos oficialmente; tiempo y costos asociados a completar los trámites. Obtención de permisos de construcción; registro de trámites, controles de calidad, calificaciones de los profesionales, etc. Registro de propiedades, trámites requeridos para que una empresa transfiera un título de propiedad sobre un inmueble a otra empresa compradora y calidad del sistema de administración de tierras. Y pago de impuestos, apartado donde se mide el registra impuestos y contribuciones que una empresa de tamaño medio debe pagar en su segundo año de actividad. También evalúa procesos posteriores a la declaración de impuestos como reembolsos y auditorías tributarias.
Según todos estos parámetros el Doing Business en Colombia 2017 muestra que de acuerdo con la clasificación agregada de las 4 áreas medidas, hacer negocios es más fácil en Manizales, Pereira y Bogotá. Hay que tener en cuenta que las dos ciudades del Eje Cafetero ocupan los primeros lugares desde hace varios años y que Bogotá avanza lentamente. También es clave mirar que el tamaño de la brecha entre las ciudades con mejores y peores desempeños es considerable. Dice el informe que “cuanto más pequeña es la ciudad, más trámites se requieren; esto se debe en parte a que hay mejoras regulatorias que no llegan aún a todas las ciudades”.
Ahora bien. La reflexión grande es que no solo de normas vive la competitividad. El Eje Cafetero avanza muy rápido en los listados del Doing Business en facilidades para hacer negocios, pero su aporte a la industria y al agregado del PIB sigue muy lento. Si comparamos estos datos con los de Medellín, Cali o Santander vemos que no solo de facilitar trámites se vive en el mundo empresarial, que también deben hacer andar las mejoras en logística, acceso a nuevas tecnologías y formación de competencias laborales.
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