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Paradójicamente, Nada más torcido que el Túnel de La Línea, ningún Gobierno ha logrado enderezar la obra
Ni la Vicepresidencia ni el Ministerio de Transporte han podido explicarle a los colombianos de dónde saldrán los recursos de los sobrecostos, por más de $320.000 millones, que se necesitan para terminar el Túnel de La Línea, que además de los tradicionales problemas de ingeniería y ambientales, se ha topado con infranqueables barreras legales que viven de demandar al Estado y que siguen exprimiendo las arcas nacionales. Es verdad: el Gobierno prefirió un mal arreglo, más que irse a un largo y costoso pleito, en el que nada tiene asegurado. Nuevamente, toda esta situación demuestra que en términos de infraestructura, en Colombia todo está configurado para que nada funcione.
Todo comenzó hace varias décadas cuando nuestros ingenieros, asociados con los políticos de turno, decidían por donde pasaban las carreteras nacionales, preferiblemente, por sus pueblos, y mejor aun si era por la mitad de sus haciendas. El Túnel de La Línea es una magna obra de esa generación de proyectos obtusos que siempre se han hecho mal, pero fue durante la cartera del fallecido, Andrés Uriel Gallego, (quien estuvo durante ocho años en el Ministerio de Transporte) que se le entregó a un consorcio la gran obra, bajo el sistema ‘llave en mano’, con mil promesas y sin las ataduras jurídicas para que cumplieran los cronogramas y no desangraran más al Estado.
Ahora, con más retórica que cosas prácticas, la Vicepresidencia de la República, doliente de facto de la infraestructura nacional, intervino, armó un rollo jurídico y al final terminó haciendo lo que el constructor quería: más plata y más tiempo. Así se ha manejado la infraestructura del país por muchos años, por eso traer a Bogotá un container de productos importados de Asia por Buenaventura, puede tardar casi un día, unas 24 horas, eso si no hay derrumbes en la cordillera o bloqueos indígenas en la Panamericana. El proyecto del Túnel de La Línea es prioritario para comunicar el sufrido suroccidente de Colombia con su eje central, pero han pasado varios gobiernos nacionales, regionales y locales, y ninguno le ha dado a la solución del problema.
Se ha logrado una fecha y es que en noviembre de 2016 la obra debe estar entregada en su totalidad, pero de esas promesas hemos escuchado muchas y todo sigue igual, menos los dineros de los impuestos asignados en obras sin terminar. Si se logra hacer el Túnel de La Línea será el túnel automovilístico más largo de Latinoamérica con una longitud de 8.651 metros que le permitirá a los empresarios enfocados en el comercio exterior ser más competitivos. El Gobierno dice que el Estado no renuncia a iniciar en cualquier momento las acciones legales, incluso la caducidad del contrato, si este acuerdo es incumplido por el contratista. Eso viene diciendo hace varias décadas.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados