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La inversión del país asiático se ha acelerado, pues pasó de US$23 millones en 2011 a confirmar proyectos por cerca de US$1.000 millones desde 2018 en sectores estratégicos de la economía
La compañía estatal, China Harbor Engineering, debe entregar la primera fase del metro de Bogotá durante el primer trimestre de 2028 y se quedará operándolo por dos décadas. También deberán terminar la obra 4G Mar 2 que conecta con Urabá. China Civil Engineering Construction ganó el Regiotram en Cundinamarca. Zijin Mining Group invirtió US$610 millones en la construcción de la mina de oro en Buriticá, Antioquia. Didi Chuxing, el “uber chino”, poco a poco se desplaza al primer lugar en las aplicaciones de movilidad urbana en todas las ciudades colombianas. Huawei siempre compite en todas las licitaciones de telecomunicaciones del sector público y ofrece construir la red 5G. Y lo que no es menor, las marcas de motos, carros y camiones chinos son más frecuentes en las calles colombianas. Toda una batería de acciones empresariales que podrían resumirse diciendo que la inversión de la segunda economía global en Colombia ha dado un salto de unos US$23 millones hace una década a casi US$1.000 millones atraídos para este 2020.
No es una estrategia aislada ni ocurrió por generación espontánea. Hace menos de un año, el presidente Iván Duque visitó China y recibió por parte del gobierno de Xi Jinping gran interés para hacer negocios en esta, la cuarta economía de América Latina. Ahora, los chinos están por todas partes y están comprometidos con el financiamiento de grandes proyectos de inversión en sectores de energía y transporte. Ya superan en ofertas a la tradicional banca multilateral como el FMI, el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo; ahora, es común escuchar los nombres de China Development Bank o Export-Import Bank of China, jugadores que están haciendo los grandes negocios no solo en Venezuela, sino en Brasil, Perú y Chile. El punto de preocupación es qué hará Estados Unidos para evitar que China se convierta no solo en un inversionista importante en Colombia, sino un socio comercial estratégico, como ya lo es en Venezuela, Chile, Perú y Brasil.
China, que hasta hace solo 40 años era más pobre que Colombia, hoy recorre el mundo subdesarrollado y lleno de recursos naturales con una chequera abultada y rápida que distorsiona la tradicional hegemonía en la región dominada por Estados Unidos y Europa. Cifras de Ernst&Young muestran que China es el mayor inversionista en África desde hace una década con un monto inalcanzable: US$75.000 millones entre 2014 y 2019. El país que sigue a los asiáticos, Francia, no representa ni la mitad de lo desembolsado en proyectos de explotación de recursos naturales y adecuación de la infraestructura. El informe de E&Y subraya que China aumenta cada año las inversiones de tecnología en el mundo subdesarrollado de la mano de las corporaciones públicas ya líderes en varios países. Seguramente, Washington no se quedará parado en silencio observando que los chinos se quedan con los negocios estratégicos en América Latina, su otrora patio trasero.
Si Donald Trump gana las elecciones de noviembre, el tira y afloje con los asiáticos saltará de los aranceles, a los celulares, a la tecnología y golpeará la ambiciosa financiación que el gobierno de Xi Jinping viene haciendo. De momento, no se puede perder de vista que Estados Unidos es el primer socio comercial de Colombia y que nuestro país es el único aliado político sólido que le queda en la región.
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