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El Gobierno debe convocar a todos los sectores económicos y sociales para salir de la crisis fiscal en que se encuentra, es tiempo de rectificar el discurso de confrontación
Dicta la literatura económica que “el Marco Fiscal de Mediano Plazo es un documento que enfatiza en los resultados y propósitos de la política fiscal.
Allí se hace un recuento general de los hechos más importantes en materia de comportamiento de la actividad económica y fiscal del país en el año anterior. Presenta las estimaciones para el año que cursa y para las diez vigencias siguientes y muestra la consistencia de las cifras presupuestales con la meta de superávit primario y endeudamiento público y, en general, con las previsiones macroeconómicas”.
La importancia del asunto es muy alta en este momento en que el Gobierno Nacional no encuentra los recursos para financiar sus presupuestos, la preocupante caída del recaudo de impuestos, fruto de haber recibido anticipadamente tributos y la baja dinámica de la economía.
La situación no es nada fácil por una razón inédita: es la primera vez en la historia reciente que el país económico cae en esta preocupante situación, no por problemas externos, sino por fallas en los modelos económicos locales, léase malas cuentas y pésima ejecución.
A muy pocas semanas de completarse la mitad del Gobierno actual ya se empiezan a visibilizar grandes errores como fue el mal manejo de todo lo concerniente con la extractividad de petróleo, carbón, gas y minerales. Irse lanza en ristre en contra de los primeros productos de exportación nacional no fue buen negocio para el Estado y mucho menos para los colombianos. Quizá ese deba ser el camino adecuado para hacer una buena transición energética, pero Colombia es un país que poco aporta al calentamiento global, por lo que debería haber esperado a un cambio tan drástico que comprometió claramente las finanzas de la administración central.
El otro problema es que todos los ministros actuales y los salientes graduaron al sector productivo de sparring político y rompieron todas las líneas de conversación por el desarrollo del país. La inversión extranjera cayó en varios sectores y el proceso de desindustrialización se acentuó. Pero lo peor es que el Gobierno Nacional no ha entendido que si no hay crecimiento económico sectorial no hay empleo formal ni pago de impuestos.
Y algo silenciosamente sonoro -a lo que nadie le pone atención- es que la inacción de las fuerzas militares en contra de los cultivos de coca (más de 200.000 hectáreas) y los grupos armados dueños del narcotráfico (disidencias) generaron una bonanza de dólares en el suroccidente del país en donde pulula el lavado de dinero a través del contrabando, que a su vez desplaza la producción nacional formal que es la única que paga impuestos.
El drama que generan las economías subterráneas intocables desde hace dos años, tiene graves consecuencias en la economía, en el pago de impuestos, más allá de la incertidumbre que genera su accionar violento. No solo recortando 5,6% del presupuesto en todas las entidades, ni apretando el cinturón del Gobierno central, ni mucho menos que el Congreso apruebe de manera expedita el endeudamiento, se soluciona el problema fiscal del país y sus inmediatas consecuencias; la solución está en liderar, convocar, agrupar, sumar, multiplicar, no restando ni dividiendo al país, que se conseguirá salir de esta situación inédita solo experimentada en la derivación de las grandes crisis globales. Lo primero es ceder y pedir ayuda para resolver los problemas.
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