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Los miedos a Petro tienen que ver con ataques contra la propiedad privada, el libre mercado, la seguridad jurídica y el debilitamiento de las instituciones, es posible corregir
Hoy comienza el primer Gobierno Nacional de izquierda pura y dura en la larga historia de la democracia colombiana. Esta oportunidad de manejar al país con nuevas ideas se fue construyendo desde poco más de cinco o seis décadas, cuando las promesas social demócratas, progresistas o una amalgama de comunismo, más socialismo latinoamericano, y hasta castro-chavismo, se fueron colando en el tradicionalismo liberal y conservador colombiano.
El presidente, Gustavo Petro, un hombre estrictamente de izquierda, hasta hoy reconocido por ser un buen congresista de la oposición; un regular alcalde de Bogotá; un fogoso candidato a la Presidencia en varias oportunidades, pero más recordado por haber militado en las filas subversivas del M-19, tiene por delante, durante los próximos cuatro años al frente de la Casa de Nariño, la tarea de ayudar en la construcción de un país mejor, más incluyente, menos pobre, que siga creciendo en lo económico, mejorar el deteriorado orden público y sobre todo garantizar asuntos dorsales que hoy navegan en un mar de incertidumbre, como es la economía de mercado, la propiedad privada, la seguridad jurídica y la verdadera inclusión de todos los actores nacionales para garantizarles a las nueva generaciones una Colombia mucho mejor que la actual, que camine hacia un futuro más prometedor, con calidad de vida superior y mejores oportunidades.
El miedo ronda al sector productivo y grandes expectativas flotan entre las capas sociales más necesitadas, ambas situaciones -más que un problema- son una oportunidad para avanzar y alejar unos temores reales y otros infundados, eso solo se logra con un buen plan de gobierno, excelentes ministros, gran capacidad de trabajo y comunicación genuina. Los próximos 100 días son fundamentales para allanar el camino de transformación que prometió en campaña y sobre la cual hay gran interés, pues las administraciones que le han precedido desde hace más de un siglo, muy a pesar de ser partidos distintos y coaliciones variopintas, técnicamente fueron iguales. No obstante, Colombia ha avanzado, es un mejor país, más rico, menos pobre, avanza en la educación y la gran fuente de riqueza que son las regiones y las cinco áreas metropolitanas que no se han dejado opacar por el creciente centralismo.
Ahora Petro es el Presidente de toda Colombia, ha sido experto como nadie en hacer oposición. Desde ayer está obligado a gestionar, ejecutar, gobernar y alejarse la polarización que siempre lo ha caracterizado. El futuro no es lo que viene, es lo que se construye y sobre ese imperativo, actitudes como el sectarismo político, las distinciones sociales y la segmentación por ingresos o patrimonio no puede ser su actuar. El primer gobierno de izquierda debe ser el gran aporte de la democracia para avanzar hacia un país mejor. Los ministros, supertintendentes, directores de agencias, gerentes de empresas públicas -la alta gerencia del Estado- tienen el deber de coadyuvar al primer mandatario para que su gestión sea la mejor, porque si a él le va bien a todos nos va bien. Este comienzo de un nuevo huésped en la Casa de Nariño es una experiencia inédita para el país y hoy como nunca la frase raída de que al Presidente hay que rodearlo es casi un mandato para todos.
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