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Ha pasado un poco desapercibida la huelga de escritores en Hollywood con la llamada inteligencia artificial, una batalla que sellará el rumbo de cientos de profesiones
Daron Acemoglu, el famoso economista conocido en Colombia por su libro ‘Por qué fracasan los países’ (Deusto, 2012), escribió un reciente ensayo en Project Syndicate sobre la huelga que están librando los escritores en Hollywood, en el que advierte que “hoy, nos enfrentamos a cambios revolucionarios, ahora que los ejecutivos están considerando cómo aplicar la inteligencia artificial generativa a todos los componentes de la producción y distribución del conocimiento.
Las empresas líderes centradas en la tecnología se enfrentan a muchas de las mismas decisiones que los fabricantes de automóviles tuvieron que hacer a principios del siglo XX. ¿Deberían usarse nuevas tecnologías poderosas para automatizar el trabajo del conocimiento y dejar de lado a los trabajadores? ¿O podría la inteligencia artificial convertirse en una herramienta para impulsar la productividad y la creatividad de los trabajadores? Mucho dependerá de si los trabajadores tienen voz y de cómo dichas elecciones afectan la productividad y la calidad del producto”.
Un planteamiento que será crucial para el futuro de todas las ciencias, en especial las sociales, pues “las empresas se apresuran a mostrar cómo utilizarán los nuevos modelos generativos de inteligencia artificial, y los medios están llenos de historias sobre el potencial transformador de la tecnología.
No se puede negar que podría aumentar significativamente la productividad. Pero, ¿quién se beneficia? La huelga en curso del Writers Guild of America puede ofrecer una respuesta”, plantea Acemoglu. Es un hecho elocuente que los guionistas de Hollywood están dando una batalla que pronto “enfrentarán todos los trabajadores del conocimiento (...) La cuestión es cómo se utilizará la inteligencia artificial y quién la utilizará.
¿Los productores de cine y televisión verán la inteligencia artificial como una forma de reemplazar a los escritores y reducir costos, o la usarán para crear contenido de mayor calidad, capacitando a los trabajadores creativos para que sean más productivos y obtengan mayores ingresos?”.
El economista argumenta que “las opciones que tenemos por delante son trascendentales, porque existe una tentación obvia para que los productores de películas elijan el camino bajo de “simplemente automatizar todo lo que puedas”. Este enfoque puede ser rentable a corto plazo si permite que se produzcan más programas a bajo costo, con menos guionistas, actores y otro personal.
Pero las ganancias del estudio y la producción de alta calidad no son lo mismo. Todavía no hay sustituto para el ingenio y la creatividad humanos (...) La inteligencia artificial generativa podría convertirse en una herramienta tremendamente beneficiosa en manos de los artistas creativos, al ayudar con la investigación y el desarrollo de nuevas ideas”.
Los trabajadores del conocimiento en todo el mundo deben entender que están en un auténtico cambio de época en materia de generación de contenidos y aprender que “se puede utilizar la tecnología para apoyar la creatividad, en lugar de simplemente desplazarla”.
Este tipo de discusiones en un país como el nuestro son meramente accidentales, sin ninguna incidencia en el debate nacional; estamos aún lejos de cambiar de agenda y dejar de ser gregarios en términos de la ideas y de resolución de los problemas sociales, ojalá temas como estos tengan más espacio en la agenda nacional.
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