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La tributaria de Duque no debe ser inferior a la promesa de su campaña y tiene que bajarle impuestos a las empresas para generar empleos y riqueza
Por estos días de buen frenesí petrolero en los que algunos ya hablan de una larga bonanza del crudo, se puede olvidar con mucha facilidad que el país económico debe diversificar y no poner todos sus anhelos de desarrollo económico en las industrias extractivas no renovables; en pocas palabras, no podemos recaer en la terrible Enfermedad Holandesa que nos ancló en el subdesarrollo e ilusionó con ser un país petrolero e hizo involucionar la industria colombiana desde mediados de los años 90, hasta el primer lustro de los 2000. Colombia debe aprovechar a máximo los buenos precios del barril del petróleo, pero al mismo tiempo debe acelerar la extracción de crudo y explorar off-shore para beneficiarse de una riqueza que no será la misma, ni cotizará al mismo precio en la próxima década.
De esta situación deben ser conscientes los ministros de Hacienda, Minas e Industria, y también Planeación Nacional, entidades que deben estar alineadas para trazar una hoja de ruta cuatrienial, de tal manera que sin ser petroleros nos beneficiemos al máximo de lo que queda de esta industria y con ese dinero llevemos a las otras industrias a otro grado de desarrollo.
Las cosas están servidas para que el nuevo Gobierno cumpla una de sus principales promesas de campaña de bajarle los impuestos a las empresas para que estas puedan generar nuevos puestos de trabajo formales y se genere riqueza que pueda transferir inversiones y calidad de vida. Que quede claro que para no depender de los recursos derivados del petróleo eternamente (miremos Venezuela o Nigeria) necesitamos desarrollar empresas de otros sectores y robustecer las actuales para que cada vez más el tejido industrial, manufacturero, bancario y de servicios sea más sólido. Los buenos precios del crudo están colaborando para que el presidente Duque dé ese gran paso en la diversificación empresarial.
¿Por qué cumplir con la promesa de campaña presidencial de bajarle los impuestos a las empresas? Todos sabemos que los grandes contribuyentes -como son las empresas- son quienes costean el Estado de bienestar que se anhela, pero eso no implica que la fiscalidad, la contribución o el simple pago de impuestos suba sin control, incluso al mismo ritmo que las necesidades básicas insafisfechas, por décadas. Los altos tributos debilitan el entramado o la estructura empresarial. Varios países como Estados Unidos y Chile están demostrando que los impuestos bajos a las empresas y un buen diseño tributario, además de un gasto público controlado, hace crecer la economía. Esa es toda una lección económica.
De acuerdo con el State Financial Officers Foundation, la histórica reducción de impuestos en Estados Unidos logró que más de 300 multinacionales subieran los salarios, los bonos y las compensaciones que hoy benefician a tres millones de empleados. Además de las alzas salariales se han visto aumentos de cobertura sanitaria y mayores aportaciones a los planes de pensiones, y lo más plausible: 90% de los estadounidenses verán este año reducida su factura fiscal. Trump está demostrando que para aumentar salarios y mejorar la economía no hay que aumentar la represión fiscal, sino permitir que las empresas y familias se recuperen económicamente. Colombia es un país de empresas medianas y pequeñas que necesitan crecer, y crecer es contratar y competir, mientras que competir es mejorar los salarios. La carga fiscal empresarial debe reducirse.
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