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Esta semana comienzan los últimos tres meses, unos 90 días para cerrar un “anus horribile” que debe ser el comienzo de una larga etapa de recuperación para la economía colombiana
El año pasado, la Real Academia Española elaboró un largo listado de las nuevas palabras aceptadas para que el castellano se adapte a nuestros días y a las necesidades de sus hablantes y entre las “castellanizadas” se escogió: “annus horribilis”, definida como “año de gran infortunio”, sin saber que pocos meses después llegaría este 2020, en pocas palabras, un año de gran infortunio en lo sanitario y en lo económico.
No hay mal que dure 100 años ni enfermo que lo resista, dicta el adagio popular y a este 2020 solo le quedan tres meses, unos 90 días, para que llegue a su final; lo preocupante del asunto es que los males enquistados durante los últimos meses no respetan calendario y muchos seguirán de largo. Durante el segundo trimestre del año, la economía se contrajo 15,7%, un porcentaje histórico que seguramente se habrá suavizado entre julio, agosto y septiembre y estará cerca de cifras negras entre octubre y diciembre; no quiere decir para nada que existe alguna posibilidad de que se cierre en terreno positivo, pero sí se habrán sentado las bases para que 2021 no arranque tan mal. Lo que más preocupa a los empresarios, muchos de los cuales aún no terminan sus presupuestos para el año nuevo, es la aversión a los activos de riesgo y la disparada de la devaluación del peso que puede profundizarse hasta que haya humo blanco en la disputa por la Casa Blanca. El dólar superó con gran facilidad en las últimas semanas de septiembre la barrera psicológica de los $3.800 y ahora coquetea con los $3.900, volatilidad que no resiste pronósticos de en cuánto se va a situar la tasa de cambio para el año nuevo. El peso registró depreciación diaria cercana a 1,6% frente al dólar, la más alta de la región y una de las más preocupantes entre las monedas emergentes. Todavía las proyecciones de los analistas creen que el dólar cerrará en torno a los $3.750, cifra que llegará cuando pasen las elecciones de Estados Unidos, pero salva ver qué sucederá con el barril de petróleo que para el peso colombiano es el verdadero peso de la balanza. Aún está lejano el ver que el barril supere los US$40, situación que no es buena para las arcas nacionales ni para la tasa de cambio.
La firma calificadora Fitch Ratings dice que para el cierre del año el deterioro de las condiciones sociales podría afectar más las expectativas de crecimiento, tal como se dio a finales de 2019 y ve en el horizonte un déficit fiscal de -9% del PIB, por encima de lo esperado por el Gobierno de -8,5% para 2020. Paul Gruenwald, economista jefe de S&P, tiene otra visión y es que el PIB decrecerá 8% y logrará un repunte histórico de 5,5% para 2021, cifras que empezarán a menguar al mediando del primer lustro si no se realizan los ajustes necesarios como es rediseñar una economía altamente dependiente de las exportaciones de petróleo. Lo único cierto es que se necesita y se quiere que todo se enderece en el último tramo del año, pero para eso es un imperativo que las cuarentenas sean parte de la historia, pues el país debe aprender a vivir con el covid-19 y asumir las consecuencias de los altos contagios; la cuarentena sirvió para adoptar medidas urgentes, para sensibilizar sobre el problema, y lo más importante, para darle infraestructura al sector de la salud para enfrentar un problema que llegó para quedarse. La economía va por otro lado y cualquier daño que se infrinja sobre ella es más que lamentable.
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