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EDITORIAL

¿Preparados contra un terremoto?

lunes, 27 de abril de 2015
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La cultura de la prevención de desastres y la actuación posterior cuando suceda un terremoto debe ser imperativa

Hace algún tiempo el gremio de las firmas aseguradoras, Fasecolda, planteó a raíz de los terremotos de Haití y Chile, y del  fuerte invierno que sacudió una buena parte de nuestro país, que “somos una economía fuerte, con una institucionalidad robusta y política de gestión de riesgo catastrófico desarrollada. Sin embargo, ha demostrado presentar fallas en su implementación, que deben ser atendidas para que el próximo evento pueda ser sorteado de la mejor manera. Es importante complementar el tradicional esquema de atención posdesastre, basándose en la conformación de toda una infraestructura que tiene como propósito atender las necesidades primarias de los afectados y pasar a un esquema ex-ante de gestión del riesgo. No se trata de dejar a su suerte a los afectados. Se trata de que los efectos de un evento catastrófico no sean tan profundos”.

Dice Fasecolda que “los esquemas ex-ante forman parte de un marco para la gestión integral del riesgo. Colombia cuenta con un crédito contingente por cerca de U$250 millones contratado con el Banco Mundial para la atención de desastres. Estos recursos son muy bajos si se compara con el daño que produjo la ola invernal y ni qué decir los daños potenciales en las ciudades importantes en caso de un terremoto”. La reflexión parte de los últimos sucesos en Nepal, uno de los tres empobrecidos países que hacen parte de la cordillera Himalaya, al lado de Bhután y el territorio anexionado por China en el alto Tíbet.

“El gran retraso del país está representado en la transferencia del riesgo. Colombia tiene una protección muy baja contra los desastres naturales, a pesar que ha sido víctima de los mismos. El sismo de Popayán, el sismo del Eje Cafetero y el desastre de Armero, por mencionar algunos, se suman a la reciente tragedia de la ola invernal de final de 2010. Las cifras que arrojaron cada uno de estos eventos no pueden ser más desalentadoras y confirman la necesidad de que el país cambie de manera radical su conducta frente a los riesgos. En el sismo del Eje Cafetero, cerca de 10% de las pérdidas directas contaron con algún tipo de seguro. En aquella oportunidad las compañías de seguros pagaron por los daños cerca de $300.000 millones de la época (unos $558.000 millones a precios de hoy). La ola invernal que se presentó en el territorio durante el segundo semestre de 2010, generó pérdidas del orden de $7 billones y el sector asegurador, a marzo de 2010, reportó que las pérdidas aseguradas alcanzaron los $378.000 millones, menos de 4,5% de las pérdidas totales estimadas”.

Es importante que los gobiernos no dejen como una actividad secundaria la tarea de prever algún terremoto en nuestro territorio.

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