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El mejor incentivo para que los universitarios regresen a las aulas es que la matrícula traiga la vacuna incluida para garantizar que las clases vuelvan con fuerza a la normalidad
El Gobierno está avanzando en su plan de vacunación, comenzando con las personas mayores, vulnerables y con comorbilidades; mientras que más de 5.000 empresas en todo el país comprarán una cifra que supera el millón y medio de vacunas para sus empleados y en algunos casos las familias. ¿Qué va a pasar con los más jóvenes? ¿Por qué las universidades no incentivan el regreso a las aulas de manera presencial vacunando a todos sus alumnos? Si el país político, económico y social quiere apurar la reactivación en serio y gozar de una nueva normalidad debe acelerar a fondo para que los alumnos, cerca de 2,3 millones de las instituciones de educación superior, vuelvan a las aulas.
Muchas universidades anunciaron descuentos para el primer semestre de 2021, pues es un hecho que el número de matriculados se redujo en los últimos semestres por varias razones. El gremio de las universidades, Asociación Colombiana de Universidades, Ascún, denunció que los inscritos cayeron 11,3 % en el segundo semestre de 2020, frente al mismo periodo del año anterior, fruto de la pandemia y de los pocos incentivos que ofrece la educación virtual. Los matriculados del segundo semestre de 2020, frente al de 2019, bajaron a 1,3 millones de estudiantes inscritos en unas universidades. El Sistema Nacional de Información de la Educación Superior dice que el pico en el número de universitarios fue 2.446.314 que se matricularon en 2017, cifra que ha ido bajando por la pandemia, la crisis económica y la desmotivación por la obligada virtualidad.
Es cierto que hay un manto de crisis en la educación superior por la caída en el número de las matrículas y la competencia entre las universidades lo que llevó a Ascún a elaborar unas propuestas para mitigar la situación. El gremio pidió apoyo económico para los estudiantes actuales y nuevos con recursos públicos para que puedan continuar con su proceso educativo, incluso ofrecer subsidios en términos de sostenibilidad y conectividad a quienes realmente lo requieran.
También propusieron duplicar la cobertura del Programa Generación E (una suerte de Pilo Paga) para este año; entregar ayudas a las universidades para mantener la nómina de los colaboradores que devenguen hasta cuatro salarios mínimos; posponer hasta enero de 2023 el pago de intereses y la amortización a capital de los créditos vigentes con Findeter, y destinar una partida en el Presupuesto Nacional para asumir el aporte que tradicionalmente hacen las universidades privadas a sus proyectos de investigación cuyos recursos provienen del pago de matrículas. Pero en ningún momento surgieron ideas como asumir la vacuna de sus estudiantes, pues el valor de las matrículas se mantuvo, muy a pesar de que los estudiantes dejaron de usar aulas, laboratorios y campus. Lo ideal en este momento es que se abra una línea especial de crédito compensado para atender las vacunas de los estudiantes, tal como las universidades lo acostumbran para invertir en actualizaciones de equipos y tecnología.
Muchas universidades, no solo por su éxito académico y económico, pueden costear las vacunas de sus alumnos, otras en menores condiciones podrán acudir a estos créditos que le piden al Gobierno; sería un ejemplo histórico y una manera de ayudar a que más población rural, por ejemplo, sea vacunada.
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