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El economista que alcanzó la fama por haber anticipado el crack de 2008, habla sobre una eventual burbuja inflada por los disparados índices bursátiles al tiempo que la desigualdad
Nouriel Roubini no ha estado cesante, las dos últimas semanas ha escrito dos sendos artículos, uno para el Financial Times y otro para Project Syndicate, con los que ha puesto a hablar a los analistas económicos adictos a las escuelas y profetas. Realmente describe dos burbujas: la primera, en el diario inglés, sobre la amenaza de las criptomonedas, argumentando que “Elon Musk quizás esté comprando bitcoins, pero eso no significa que todos deban hacer lo mismo”, y sentencia que: “dado que el valor fundamental del bitcoin es cero y sería negativo, si se aplicara un adecuado impuesto al carbono que genera su contaminante producción masiva, que requiere mucha energía, mi pronóstico es que la actual burbuja terminará finalmente en otro estallido”. Puede tener razón o no, pero es un asunto sobre el que aún se tiene mucha reserva. En su segundo artículo, las cosas van más allá y describe las razones de cómo se infla otra burbuja con origen en el centro de la pandemia; plantea que “con los mercados de valores alcanzando nuevas alturas en un momento de aumento de desigualdad de ingresos y riqueza, debería ser obvio que la manía del mercado actual terminará en lágrimas, reproduciendo las injusticias económicas del colapso de 2008.
A pesar de todo lo que se habla de apoyar a los hogares, es Main Street la que más sufrirá cuando la música se detenga”. Con las palabras, Main Street, el economista de las fatalidades se refiere a las pequeñas y medianas empresas, que en Colombia las llamamos, Pyme. Dicho de otra manera, los augurios de Roubini están sustentados (para colombianizarlos) en el informe del Dane de hace un par de semanas en el que muestra la destrucción durante la pandemia de medio millón de micronegocios, esos conformados generalmente por miembros de una familia y que no emplean a más de nueve personas y que, por lo general, manufacturan productos o son explotaciones agropecuarias informales.
Dice Roubini: “la recuperación en forma de K de la economía estadounidense está en marcha. Aquellos con empleos estables de tiempo completo, beneficios y un colchón financiero están saliendo bien a medida que los mercados de valores alcanzan nuevos máximos. Aquellos que están desempleados o parcialmente empleados en trabajos manuales y de servicios de bajo valor agregado - el nuevo “precariado” - están cargados de deudas, tienen poca riqueza financiera y enfrentan perspectivas económicas cada vez más bajas (...) Estas tendencias indican una creciente desconexión entre Wall Street y Main Street. Los nuevos máximos del mercado de valores no significan nada para la mayoría de la gente”.
Desde la formulación de políticas públicas pos-covid hay que tomar nota y glocalizar cada uno de los fenómenos; una manera de verlo desde lo local es abogar nuevamente para que la idea de poner más impuestos se aplace hasta que la economía esté en negro; poner impuestos a las empresas y a los empleados endeudados, también suspende en tiempo indefinido planes, proyectos y pequeñas inversiones que pueden generar empleos. Los dos primeros meses del año no fueron buenos y el desempleo volvió por viejas cifras alarmantes; si el Gobierno Nacional no es consciente de esta situación, efectivamente puede estar ayudando a inflar una burbuja muy Roubini.
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