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Arranca la discusión del incremento del salario mínimo con el aroma intenso de la alta inflación y lo que pesa cualquier subida en la expectativa de precios de bienes y servicios
Empieza esta semana la discusión formal del incremento del salario mínimo para el año nuevo con unos supuestos económicos que dictan que debe ser entre 10% y 12%, pues dicta la Ley, que nunca debe ser inferior a la variación de los precios causada, es decir poco menos de 10%.
Lo más seguro es que, tal como lo ha pronosticado el Banco de la República, la inflación en diciembre caiga de 10% y registre por primera vez en tres años un dígito. El otro componente es la productividad que no debe superar 1%; el año pasado el incremento del salario mínimo fue 16%, cifra que se concertó teniendo en cuenta una productividad de los factores de 1,24%, una inflación de 14,34% y un crecimiento del Producto Interno Bruto de 9,4%.
Las cosas han cambiado para 2023, no es sino mirar lo que pasa en el mundo para darse cuenta de que la inflación es un gran problema global. Los países que reportan sus datos del costo de vida registraron caídas, también Colombia, que a pesar de mantener una tendencia a la baja evidencian aún dos dígitos, por encima de 10%. La inflación de alimentos siente una desaceleración por décimo mes consecutivo y la tendencia es que siga bajando en noviembre.
Si el alza del mínimo para el próximo año es la inflación causada durante este noviembre, más una cifra de productividad, se arrastraría un rezago que no ayudará a bajar la inflación durante 2024; máxime cuando la variación de precios en Colombia es la tercera más alta de América Latina, como consecuencia de que el Gobierno Nacional decretó aumentarlo 16%, dejándolo en $1,1 millones.
Según el Dane, la inflación para el último septiembre se ubicó en 10,9%, en octubre llegó a 10,4% y en noviembre muy cerca de 10%, una cifra bastante alta que sigue llevándose el ingreso de las familias.
No es una discusión fácil, pues no siempre más dinero quiere decir bienestar económico y poder adquisitivo. Sin duda alguna a todo el mundo le gustaría mayores ingresos para poder gastar, invertir y ahorrar con más holgura, pero la economía funciona a través de las expectativas de consumo que todo lo devoran.
Es un cliché decir que pasado enero, con su tradicional cuesta, los precios se han comido el alza, y es cierto porque no es sino que el arrendatario o el tendero sepan que subieron el salario para que incrementen el precio sus productos y servicios; cada año cuando se ajusta al alza el salario suben automáticamente los arriendos, los pasajes, los alimentos y hasta las multas de tránsito en proporción de dicha alza, arrastrando la inflación causada y no la esperada.
El tiempo límite de negociación del mínimo entre los gremios de la producción y los trabajadores es 15 de diciembre, cuando se cumple el primer vencimiento legal para la negociación. Si no se logra, el Gobierno Nacional lo fija por decreto lo que afecta a casi 60% de las personas que tienen empleo en Colombia, que es la tasa de quienes ganan un salario mínimo o menos. Son más o menos 2,2 millones de personas, pero el impacto es mucho mayor al ser el número que se aplica a otras alzas, incluso a las multas e infracciones.
La discusión del incremento del salario mínimo es obsoleta, debería hacerse en otro momento del año, con otras variables, incluso teniendo en cuenta patrones distintos como las regiones, las horas, los sectores. Eso quizá no se logre en este Gobierno, pues su acento de confrontación no deja avanzar.
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