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La variación de precios anualizada está en 13,34%, y para frenar el alza, los codirectores del Banco de la República pusieron el costo del dinero al mismo nivel, 13,25% ¿funcionará?
Algunas cosas buenas van a pasar este mayo si se observa la tendencia de los fundamentales económicos: el desempleo está cediendo, en marzo se ubicó en 10% y la tasa de ocupación pasó de 55,8% a 57,9%. No suficiente, pero igualmente bueno es que la Superintendencia Financiera anunció que para este mes la usura será de 45,41% efectivo anual, una disminución de 168 puntos básicos respecto al mes anterior.
De la misma manera se espera con buenas bases que el Índice de Precios al Consumidor para abril empiece a dar muestras de haber tocado el techo y que la inflación anualizada no sobrepase los 13,34% que registra ahora.
Eso sí, el gran lunar es el crecimiento anual, que fue de 2,98% en comparación con el mismo mes de 2022, en su medición de seguimiento mensual del Dane, pero preocupa que las actividades primarias esenciales, como minas, canteras y todas las tareas agropecuarias, siguen a la baja con -2,23% en su medición anual, lo que evidencia un pobre crecimiento al final del año de menos de 1%, lo que convertiría este 2023 que va en el quinto mes en el peor año la historia en términos económicos, pues no hay pandemia, recesión, ni se ve en el horizonte una externalidad de peso para echarle todas las culpas.
Lo que más afecta a las personas y en general a la economía familiar no es otra cosa que el costo de vida, todo está muy caro, y por más explicaciones técnicas que den los técnicos al problema, no hay una luz al final de túnel, mientras los 14 millones de familias ven cómo sus ingresos tienen menor poder adquisitivo y las cosas importadas están a menor alcance con un dólar reactivado que vuelve a sobrepasar los $4.700, una cifra que había menguado, pero con la incertidumbre política coyuntural se ha vuelto a agitar reviviendo esa típica volatilidad de la moneda estadounidense en una economía doméstica que cada vez apuesta por tener dólares bajo el colchón.
Algo debe pasar en el ya cercano segundo semestre en términos económicos, sobre todo en la variación de precios, pues el Florero de Llorente para la administración de Gustavo Petro no es que no pasen sus reformas estructurales, se embolaten ante la cercanía de las elecciones de alcaldes y gobernadores o el orden público se siga deteriorando, es que la inflación no ceda y los consumidores empiecen a pasarle la cuenta de cobro a su Gobierno por no lograr nada para evitarlo.
Constitucionalmente es un problema del Banco de la República mantener el poder adquisitivo del peso, pero el manejo global de la economía reside en el Ministerio de Hacienda que ha sufrido un cambio de timón, ahora en manos de Ricardo Bonilla, el primer economista de izquierda que llega a la cartera en todo la historia; sobre él recae presidir la Junta Directiva del Emisor y tratar de influir, tal como lo hizo su antecesor, para que no sigan subiendo las tasas de interés que están ahogando el consumo, y que mejor estudien en profundidad cómo salir de la situación actual de una tasa de interés de 13% versus una inflación de 13%; una suerte de situación gemela que pareciese ser buena coyuntura y que los obliga a dar explicaciones más técnicas.
Los números sí están empezando a cambiar, pero no cómo las familias esperan; llega medio año, las vacaciones, los presupuestos del año nuevo y los planes de las empresas, pero para hacer bien el trabajo el panorama debe estar más claro.
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