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El costo de vida en Colombia no cede al primer trimestre del año y la junta directiva del Emisor mantiene su política de dinero caro en un país en donde la informalidad aumenta
Hay varios temas que los economistas del Banco de la República no explican con suficiente claridad, por ejemplo: ¿cuál ha sido el resultado del alza persistente de la tasa de interés? Un dato curioso es que suben más los intereses del banco central que la misma inflación, hasta el momento, pasado el primer trimestre del año la subida de las tasas alcanza 13%, al tiempo que el costo de vida está en 13,28%, un número casi que apocalíptico que habla de la errática política monetaria del Emisor.
El otro tema, al que tampoco le ponen mucha atención ni tienen comentarios al respecto, es que los bancos bajaron sus tasas de interés para el uso de las tarjetas de crédito: el mes pasado pasaron el costo de las compras de 46% en promedio a 20% para los tarjetahabientes con cupos que no superen determinados montos.
Era un hecho elocuente que la batalla contra la inflación del Banco de la República ha encarecido las tasas de interés de los créditos que consumen los colombianos, al punto que la tasa de usura se encuentra en máximos de 47% efectivo anual para abril.
Y para combatir esta tendencia, todos los bancos anunciaron reducciones en las tasas de sus tarjetas de crédito, desatando una guerra que empieza a menguar y que solo cobijó al consumo, no a las hipotecas. Con buen olfato, los bancos aprovecharon el contexto de dinero caro, freno económico y gran incertidumbre y sedujeron a sus clientes que tenían la tarjeta de crédito guardada para que las usaran con tasas más baratas, solo siete puntos por encima del costo de vida.
En el mercado colombiano circulan unos 16 millones de tarjetas de crédito con distintos cupos, dependiendo del poder adquisitivo de los clientes. Haber iniciado una guerra de tasas entre los cuentahabientes con cupos no superiores a $4 millones, que son la inmensa mayoría, también desnudó y puso sobre la mesa de discusión de la política del Emisor de subir la tasa como única fórmula para cumplir el mandato constitucional de mantener el poder adquisitivo de los colombianos.
La pregunta es ¿por qué los bancos bajan sus tasas para el consumo, al tiempo que el Emisor les aplica tasas de 13%? Eso lleva a pensar que el origen o la causa de la variación de precios tiene que ver con un choque de oferta y no de demanda (la gente no tiene plata). Los servicios públicos, los alimentos, el transporte, son elementos de la ecuación inflacionaria que en promedio han subido 20% mensual y poco tiene que ver con exceso de demanda.
Ahora que está de moda la economía popular, en términos del presidente Petro, el Emisor debe ayudar a entender el tema de la bancarización; la cabalgante informalidad hace que el grueso de la economía esté al margen del costo del dinero del sector financiero y esté bajo la sombra de fenómenos subterráneos como el gota a gota y el verdadero impacto del lavado de activos, del cual poco se sabe.
¿Por qué el Emisor no mide en dónde y a quiénes afecta la subida de las tasas? Una hipótesis: en economías desarrolladas, bancarizadas y con oficinas de control y vigilancia que le hacen trazabilidad al dinero circulante, es evidente que una decisión de subir o bajar las tasas por parte de su banca central tiene impacto, pero en Colombia en donde aún no se mide oficialmente cuál es la participación del narcotráfico en la formación de precios, quizá estén dando una respuesta no deseada por las autoridades.
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