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Desde hace 8 años los empresarios califican a ministros y funcionarios clave del gobierno, dos mandatos después, el balance es muy regular
La que comienza es la última semana del presidente, Juan Manuel Santos, en la Casa de Nariño. Termina un mandato de ocho largos años al frente del Gobierno de los colombianos. En 2010 comenzó como una administración con amplios respaldos políticos que poco a poco se fueron deteriorando por el enfoque del proceso de paz, y cuatro años más tarde, en 2014, las cosas se empezaron a bifurcar entre los amigos del proceso y quienes se oponían a la negociación, que al final llegó a buen término. Por el lado económico, los primeros cuatro años fueron muy buenos como resultado de la coyuntura regional, pero el segundo cuatrenio fue una verdadera catástrofe ocasionada por la caída de los precios internacionales del petróleo que dejaron vacías las arcas del Estado y frenaron muchos de los proyectos que se habían propuesto. Fueron ocho años marcados por el proceso de paz en lo político y social, y por la caída del crudo que estremeció todos los países productores.
En medio de ese contexto, el Presidente saliente tuvo fuertes enfrentamientos con los empresarios, quienes no lo percibieron como un aliado fiel por sus constantes reformas tributarias y por el deterioro del consumo interno, las altas tasas de interés y una resurrección de la inflación que marcó la economía durante más de 36 meses. La economía en términos fiscales se entrega regular, situación que contrasta con los indicadores macros que pasan al Gobierno entrante en un estado aceptable: inflación en 3,4%; desempleo en 9,1%, déficit fiscal de 3,3%; déficit comercial en US$2.129,8 millones; tasas de interés en 4,25%; la tasa representativa del mercado en torno a los $2.900 y un barril de petróleo de petróleo sostenido en promedio de US$70. Las cosas para la economía son totalmente agridulces si se cruza con las necesidades, pero si se compara con los países de la región son más bien dulces.
Un gobierno es el Presidente, pero más son sus funcionarios, los ministros y los directores de las instituciones más importantes. Los empresarios a través de La República calificaron dos veces al año todo el gabinete y los resultados es lo que mejor habla de la percepción empresarial sobre los últimos cuatro años de Santos. La administración, durante casi todos los ochos años se fundamentó en tres ministros como espina dorsal, todos calificados en promedio con 3,2: Mauricio Cárdenas en Hacienda, Alejandro Gaviria en Salud y María Ángela Holguín en la de Relaciones Exteriores. En segundo orden los superintendentes de Sociedades, Francisco Reyes e Industria y Comercio, Pablo Felipe Robledo, además del director de la Dian, Santiago Rojas, fueron los más sobresalientes con una modesta nota de 3,4. El resto fueron un absoluto desastre: unos 66 ministros que no manejaban los temas, eran malos ejecutores y peores comunicadores; más de 120 viceministros anodinos y casi dos centenares de funcionarios de alto nivel que nadie recuerda en sus oficinas y muchos menos por la huella que dejaron en las políticas públicas. Es cierto, nada más chocante que las calificaciones subjetivas, pues estas interpretan una medición personal con base en lo que se ve, pero eso hace que los ministros y funcionarios sobresalgan o se rajen, y en el caso del gobierno de Santos, fueron más los pésimos que los sobresalientes. Todo un reto les queda a los ministros que acompañan al presidente Duque.
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