La historia del sector eléctrico colombiano se partió en dos desde el apagón o racionamiento eléctrico ocurrido en entre marzo de 1992 y febrero de 1993. Los políticos del momento -muchos son los mismos de hoy- fueron los responsables de las causas que generaron la anómala situación, pero también fueron quienes solucionaron el entuerto y diseñaron un sistema interconectado que ha funcionado relativamente bien durante tres décadas.
Eso sí, terminaron culpabilizando al Fenómeno de El Niño que redujo la capacidad de los embalses, y en la memoria popular quedó que la culpa la tuvo El Niño, como en la fábula de “la culpa es de la vaca”.
No se puede olvidar que las causas del racionamiento fueron los problemas financieros de las empresas eléctricas; el mantenimiento de las centrales térmicas; los defectos en los modelos de despacho de electricidad; los retrasos en la entrada de nuevos proyectos hidroeléctricos, además de la corrupción reinante entre empresas y contratistas.
Las soluciones fueron simples: corregir los modelos de despachos, privatizar varias empresas eléctricas, programas de interconexión eléctrica, creación del cargo por confiabilidad y mejorar los modelos de despachos, pero ante todo, se creó una institucionalidad eléctrica, una docena de oficinas encargadas de que no se presentaran cortos circuitos.
El modelo ha venido funcionando hasta hace un par de años, cuando volvieron a sonar tambores de racionamiento por el Fenómeno de El Niño, por la sonada transición energética, la lenta entrada de nuevos proyectos y el aumento de consumo no atendido.
De lo que nadie habla es de la politización del sector; del poder de los contratistas y asesores que cooptaron una entidad casi independiente como era la Comisión de Regulación de Energía y Gas, que ha perdido su papel por sustracción de materia, al no nombrar personas idóneas como comisionados; lío que empezó con el gobierno pasado.
El corto circuito actual no solo tiene que ver con la peligrosa debilidad institucional, sino con la utilización del sector eléctrico para generar crisis políticas regionales, léase situación del Caribe y estado crítico de EPM. No solo ISA está sin cabeza desde hace muchos meses, sino que en la Creg hay aún interinidad, luego de dos años de gobierno; a lo que se suma la anarquía en entidades como filiales de ISA como XM o las sombras que se posan sobre la Superintendencia de Servicios Públicos y la influencia de contratistas del sector.
Son muchas cosas juntas que muestran las orejas y que se ciernen como problemas mayores que pueden estallar en cualquier momento. Asuntos como el elevado costo de los alumbrados públicos, la seguridad que se carga a las facturas de la energía de los consumidores, la sospechosa venta de empresas públicas a oscuros contratistas, la alta rotación en las entidades claves, la especulación con el precio del kilovatio, nos hacen alertar sobre el gran problema que acecha al sistema eléctrico colombiano, que dicho sea de paso, fue uno de los mejores e imitado por países vecinos en su matriz y en su interconexión.
El Gobierno Nacional comenzó con pie izquierdo con su primera Ministra de Energía, que con su enorme desconocimiento ayudó a generar el corto circuito en desarrollo, pero que mejoró con el jefe de la cartera actual, ojalá se den cuenta y desmonten la crisis que les están armando desde las posiciones anárquicas que quieren implosionar el sector.