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El reto de que los colombianos lean más no es solo de los colegios y las universidades, sino también de las empresas y las familias, pues un libro por año de lectura per cápita es muy bajo
La pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá, Filbo 2019, rompió todos los récords en asistencia y ventas: más de 605.000 personas acudieron al evento que duró 15 días y se vendieron unos 900.000 ejemplares por casi $26.400 millones, cifras que consolidan el evento local como uno de los más importantes en su tipo y lo ratifican como el tercero en tamaño en la región, después de Guadalajara en México y Buenos Aires en Argentina. Si bien son resultados cuantitativos, son elocuentes e impresionan al sector impresor y editorial, no deja de preocupar que Colombia sea un país de muy baja lecturabilidad de periódicos y libros, tanto impresos como digitales. Las cifras oficiales hablan con gran elocuencia, según el Estudio General de Medios, que solo 30 de cada 100 colombianos leen un periódico impreso diario y 56 lo hacen a través de un medio digital, mientras que la lectura per cápita es de menos de un libro si se dividen los 38 millones de ejemplares que se venden anualmente entre unos 49 millones de colombianos. El reto es tratar de incentivar la lectura sin importar el medio por el que se haga, si es en papel o a través de una interface digital como es un computador o un teléfono celular, pues está demostrado que una sociedad lectora no solo toma buenas decisiones individuales, sino que la información de calidad le permite mejorar como colectivo general. Podemos cruzar los datos de lecturabilidad de un país con los de desarrollo económico o los altos niveles de calidad educativa y se precisará que los países siempre son los mismos, incluso si se adiciona el factor de competitividad. Los beneficios de tener un buen índice de lectura son enormes para un país en desarrollo como el nuestro, eso no solo estimula la creatividad de sus estudiantes, de las familias y las empresas, sino que enriquece los procesos de desarrollo de identidad cultural, social y económica. Una sociedad con mejores cifras per cápita de lectura es menos vulnerable a las mentiras y manipulaciones que pululan en internet. La lectura es una alternativa de solución para atajar la corrupción reinante al ser una manera probada de mejorar la transparencia y rendición de cuentas de los gobiernos nacionales, locales y regionales. La lectura diaria de contenidos de calidad permiten analizar, comparar y tomar mejores decisiones como personas naturales y jurídicas.
Colombia está en mora de mejorar los hábitos culturales que predominan y el principal es la lectura. Uno de los termómetros que deben mejorar no solo es la asistencia en masa a eventos feriales dedicados a los libros -que mucho ayudan- sino al real tiempo de lectura que se dedica al día. Ese espacio debe ser elocuente en el hogar, la empresa y obviamente en las universidades y colegios. La lectura debe ocupar un espacio más amplio en el espacio creciente que se dedica al entretenimiento. Ahora que la Casa de Nariño la ocupa un gobierno sensible a la economía naranja es una verdadera oportunidad que debe convertirse en un imperativo para promover un giro cultural y apalancarse en las miles de ferias y fiestas de los libros para que no solo el consumo de diarios y libros aumente, independientemente si son digitales o impresos, sino que se dedique más tiempo a la lectura; hacer que ese texto adquirido sea verdaderamente leído y que el afán por consumir información y contenido de calidad hagan crecer al país económico.
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