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Colombia y Venezuela volverán a intentar establecer una relación de hermandad comercial complementaria y fructífera que beneficie a millones de binacionales
Por justificadas razones de seguridad nacional, la frontera de 2.219 kilómetros que comparten Colombia y Venezuela estuvo cerrada durante el último lustro, lo que la convirtió en tierra de nadie en donde se enriquecieron guerrilleros, narcotraficantes, contrabandistas de armas, drogas y personas. El presidente Gustavo Petro ha decidido que el país lo vuelva a intentar y se reanuden las relaciones políticas, militares y comerciales. Una decisión audaz en una época de cambio luego de que el mismo gobierno de Estados Unidos decidiera también recuperar los negocios de petróleo perdidos. El cambio de actitud del motor de la economía mundial también le da paso a que el sector productivo colombiano pueda volver a hacer negocios en un país que caminaba a paria en la región. Ahora, hay una nueva actitud de tres gobiernos: Colombia, Venezuela y Estados Unidos, lo que abre un universo de nuevas posibilidades, de manera tal que esos más de 2.200 kilómetros sean una nueva zona de prosperidad y le baje la tensión a los tres países. En 2008 el intercambio comercial colombo-venezolano alcanzó la cifra récord de US$7.200 millones, en 2015 cayó a US$1.331 millones y durante la pandemia de 2020 solo fueron US$220 millones, cifra mínima pero que sigue siendo superior a la muchos países con los que se tiene tratado de libre comercio. La frontera porosa más extensa de la región fue cerrada en 2015 por el gobierno de Venezuela; luego de esa fecha la situación se regularizó por tres años hasta que en 2019 el presidente Nicolás Maduro la cerró hasta la fecha. Cabe la pena decir que el espacio fronterizo es un auténtico centro comercial que ha estado abierto durante muchos años y que quizá, después de la frontera del Río Bravo, sea el “Centro Comercial” más vigoroso del Continente. Por los puentes internacionales Simón Bolívar, Santander y Unión, Norte de Santander Táchira; Maicao y Maracaibo, se mueven miles de personas al día que complementan sus economías, una oportunidad que apetecería cualquier país. El año pasado el intercambio comercial ascendió solo a US$223 millones, US$188 en productos colombianos y US$35 millones de venezolanos. En su mejor momento, la cifra era de US$7.220 millones, unos US$6.080 en ventas nacionales y US$1.140 de compras de productos de Venezuela. Según el Dane y las cámaras de comercio binacionales, los vecinos compran alimentos, bebidas, productos químicos y materiales plásticas y venden hierro, acero, plásticos y manufacturas. En un mundo voraz en lo comercial, las oportunidades complementarias que brinda la frontera son enormes, máxime cuando en los últimos años desataron varias olas migratorias que estrecharon los lazos de los dos países. En Venezuela viven más de tres millones de colombianos, mientras que en el último lustro llegaron o retornaron casi 2,5 millones en todas las regiones del país, al punto que el pasado gobierno decidió darles estatus de residencia para que pudieran trabajar y enviarles recursos a sus familiares. Obviamente el pasado tiene heridas abiertas que deberán irse solucionando, ese país ha sido santuario de narcos y guerrilleros que han pretendido poner en jaque al Estado colombiano, mientras que en términos de negocios no han sido buenas pagas, lo que ha crispado siempre la relación. Problemas que habrá que superar.
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