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Petro dijo que primero renunciaba antes que mover la edad para pensionarse, una salida más que populista que le pasará la cuenta de cobro a los próximos gobierno y generaciones
A pocos días de cumplirse el primer semestre de la nueva administración nacional, el primer Gobierno de izquierda en la historia del país, las decisiones estructurales empiezan a parecerse a las mismas de sus antecesores, al menos en lo que tiene que ver con la reforma pensional, y como van las cosas, la “reformita pensional” de Gustavo Petro consistirá en apropiar el flujo de los ahorradores de menos de cuatro salarios mínimos para convertirlo en dinero presupuestal; todo un disparate que lamentarán los colombianos más jóvenes y engordará un problema que tendrán que lidiar los gobiernos venideros.
Es urgente enfrentar el problema de las pensiones por su baja cobertura e inequidad, y lo peor de todo por los subsidios que tienen las grandes mesadas; una suerte de “Hood Robin”, tan como lo calificó Anif en su momento, en donde se le quita a los que más necesitan para darle a los que más tienen. Petro zanjó la discusión abierta por su ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, de aumentar la edad de jubilación, tomando una salida populista, porque ambos economistas saben que jubilarse a los 57 años para las mujeres y 62 para los hombres es una edad muy temprana que solo obliga a más subsidios y mayores déficit.
La reforma pensional de 1993 fue un paso enorme, pero fue insuficiente, además han pasado tres décadas y no se puede seguir sacándole el cuerpo a la reforma, que debe incrementar aportes o disminuir beneficios al sistema de pensiones, reducir el déficit que el régimen causa en las finanzas públicas e ir tapando un hueco de casi $40 billones, pues desde 2004 las reservas del sistema público se agotaron y entró a funcionar a pérdida. Los aportes de los colombianos no se están ahorrando, sino que están siendo usados para pagar pensiones, las diferencias se están cubriendo con el presupuesto general, una cifra similar a 4% del PIB o 30% de los ingresos del Gobierno Nacional.
No es un secreto para nadie que el hueco pensional está consumiendo más de una tercera parte de los recaudos tributarios. Si bien hay negacionistas (especialmente pensionados con altas mesadas), son muy elevados los subsidios del sistema de Colpensiones, 4% del PIB, es decir, más de 25% de los ingresos del Gobierno se va en el pago de pensiones que llegan a poco más de 20% de las personas mayores del país.
La reforma pensional es algo necesario para recuperar el buen manejo de la economía que se ha ido deteriorando en los últimos gobiernos; hay que avanzar en un acuerdo entre el sector privado, los fondos privados, el Gobierno y los sindicatos para poder llegar a tener una propuesta pensional para modificar el sistema y reducir el déficit, e indiscutiblemente hay que hacer cambios en la edad de jubilación , en las contribuciones, reducir los subsidios a las personas de más altos ingresos en Colpensiones, y formalizar a seis de cada 10 trabajadores que no cotizan, pero a los que el Gobierno les ha prometido pensión, aún sin aportar al sistema.
El sistema pensional colombiano en términos generales, compuesto por un brazo público y otro privado, no genera riesgos, es más, es copiado por otros países que revivieron su pilar público, pero debe equiparar los privilegios oficiales. Los pagos pensionales a cargo del fisco deben descender de niveles actuales de 4,1% del PIB a 1,1% del PIB en 2050, año en el que la población mayor de 60 años se habrá triplicado al pasar de 5,5 millones a 15 millones.
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