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Hay que empezar a gerenciar, no se puede trabajar en un mercado siempre bajo la duda de si las cosas más simples van a funcionar: seguridad, transporte, pasaportes, etc
¡No puede ser! Ahora el país está bajo una crisis inesperada de escasez de combustible para que vuelen los aviones. Es una situación inédita que nos hace pensar que vivimos en el reino de Murphy, en donde todo lo malo tiende a empeorar.
En esta Colombia es factible que “cuando varias cosas pueden fallar, siempre ocurrirá la que cause un mayor perjuicio. Siempre hay un problema para cada solución. Siempre que se quiere quedar bien, algo arruina el plan”.
En este país, la cuarta economía de la región, se goza de tener cinco o seis regiones motores bien distribuidas; a diferencia de varios países, Colombia cuenta con un PIB bien distribuido; Bogotá solo representa una cuarta parte; Antioquia suma 15%, el suroccidente 13% y la región Caribe otro 12%; la fortaleza es que hay más de 40 municipios con más de 100.000 habitantes y que el PIB de unos US$360.000 millones se configura desde los territorios; por tanto, el servicio aéreo es fundamental.
El Aeropuerto El Dorado mueve 40 millones de pasajeros al año, concentra casi 50.000 personas a diario y es el segundo terminal más importante de América Latina en manejo de carga. La noticia de que varias aerolíneas tuvieran que suspender vuelos al registrarse escasez de gasolina, es una de las situaciones más bizarras de los últimos tiempos.
Si bien el Gobierno Nacional ha salido a aclarar la situación, sí es un episodio digno de Murphy. Los ministerios están implementando acciones para garantizar abastecimiento de combustibles; hubo una contingencia eléctrica en la Refinería de Cartagena, Reficar, que fue superada, permitiendo que se continúe con la producción de suministros que incluyen la demanda de servicios aeronáuticos.
El presidente de la República, Gustavo Petro, le ha pedido a la Superintendencia de Industria y Comercio que investigue las razones por las que no se trasladaron los recursos a las aerolíneas, ya que el Gobierno afirmó que no se presentó desabastecimiento. No se puede tener una buena dinámica económica con semejantes tropiezos cada día.
Por ejemplo, el mundo ambiental y sostenible tiene los ojos puestos en la COP 16, congreso global que se celebrará en Cali en pocas semanas; todo en medio de un accionar permanente y creciente de las guerrillas en el suroccidente del país, a pocas horas o kilómetros de la sede del magno evento.
La inseguridad es pan de cada día y el resurgir de las guerrillas, otrora acabadas, siembra terror en los pueblos aledaños y aleja las inversiones y el buen desarrollo de la economía. El transporte aéreo está afectado y la posibilidad de viajar por carretera es una lotería ante la odisea que representa cubrir, 300, 600 o 700 kilómetros que separan una ciudad de otra. Los viajes de negocios se hacen vía aérea, pues es un país aún con carencias en infraestructura.
El otro lío es la incertidumbre de los pasaportes. No se puede aceptar que no exista normalidad en su expedición y que la fabricación y entrega de tan importante documento se encuentre en un gran limbo jurídico. Debe haber una tregua de tanta anomalía, no es normal vivir en un limbo; progresar, generar bienestar, disminuir las precariedades requieren buenas gerencias públicas; unos ministros probos que trabajen en función del país y de generar riqueza.
Debe haber normalidad, seguridad, confianza para que más colombianos salgan de la pobreza.